No hay nada mejor para estancarse al correr, e incluso empeorar, que hacer los rodajes siempre en un mismo recorrido. Del portal a la esquina de la calle, y de ahí a la farmacia; después todo recto hasta el parque, para girar en el barrio de tu primo… y por último, regresar a tu casa todo recto por la calle principal del barrio, completando los mismos 10 km de siempre.

Normalmente, cuando se tiene ese comportamiento, al final el ritmo suele ser igual un día frente al otro, lo cual añade pesimismo al asunto. Volvamos a esas tres grandes razones para argumentar que igual merecería la pena cambiar de recorridos y zonas por las que corretear.

 

Más allá de tu barrio hay un mundo por descubrir

Hay quien va siempre al mismo sitio de vacaciones, a la misma casa o al mismo hotel. Y lo hace pudiendo elegir otras opciones. Es una opción, sí. Es una forma de vida, claro. Pero así, nunca hubiera avanzado el ser humano, nunca se hubiera cruzado el atlántico, ni en avión ni en barco, nunca se hubiera hecho técnica de carrera en la Luna.

Abre el espectro de tus carreras. Eso te permitirá descubrir nuevas zonas, nuevos paisajes, nuevas zanjas abiertas por el ayuntamiento y te harán más amenos los días en los que la voluntad flojee, convirtiéndolos en divertidos y emocionante.

Vamos, que puedes ser un Marco Polo del running a pequeña escala. Igual llegues a conocer otras culturas, grupos diferentes de corredores en otros parques, con otras técnicas, incluso con otros calzados.

 

Distintos perfiles, más músculos trabajado

Cambiar de recorrido suele implicar desniveles, subidas o bajadas, diferentes y en distintas proporciones, es decir, nuevos retos para tus gemelos o sóleos, aventuras sorprendentes para tus cuádriceps, desiguales ritmos para tu corazón.

Y esto sólo suma de cara a debutar en carreras desconocidas. Porque de esa forma nunca una carrera, en cuanto a circuitos, te será del todo desconocida. Ni aunque te vayas a correr a la otra parte del mundo. Si no, te encontrarás perdido cuando salgas de tus zonas habituales, desorientado como un gato en un barrio en el que no ha hecho sus exploraciones.

 

Muerte a la dictadura del cronómetro

Corriendo siempre en el mismo parque y en la misma dirección, correrás el riesgo de querer batir la marca todos los días. Los días que no lo logres, correrás el riesgo de hundirte o prometer que al día siguiente lo darás todo. Y eso, aunque sepas que correr a muerte todos los días, será tu perdición. Porque peligrará el llegar sano o quemado a las grandes citas.

Tic, tac, tic, tac… te dirán tus sensaciones. tú llevarás el control. Lo habrás dado todo, o incluso, habrás ido muy suave, pero evitarás comprobar todos los días si fuiste más o menos rápido.

Efectivamente, de vez en cuando está bien repetir circuito y comparar tiempos, pero siempre es mejor hacerlo a medio y largo plazo. Será entonces el momento de saber si hay o no mejora. En cualquier caso, entrenando siempre por el mismo circuito el estancamiento o el aburrimiento, te visitarán para nunca abandonarte.