Muralla arriba, muralla abajo

Ávila se lleva la fama de ser una de las ciudades mejor amuralladas del mundo. Ahora llega el frío. Es cuando las famas quedan a un lado y llegan los hechos. Ávila es un congelador amurallado. Y qué mejor punto para arrancar a correr por la ciudad que el lienzo norte de esa obra de los siglos. En la umbría ladera de césped de la muralla haz un buen calentamiento.

Aunque empecemos cuesta abajo, notarás que algo falla. Estás corriendo por encima de los 1100 metros de altitud. El consumo de oxígeno es más complejo. Ve con calma mientras giras dejando la muralla a tu izquierda. En el primer cruce llegas al paso de cebra del Puente Romano. Tómalo con cuidado y cruza a la otra orilla del río Adaja para coger las mejores vistas y hacer una buena foto justo antes de regresar a la muralla, desandando el tramo del puente. A tu derecha están unas ruinas de la antigua fábrica de harinas. Por ahí es fácil seguir una senda de tierra. Síguela, río arriba. Estás ahorrando la subida más criminal de la ciudad, aunque te alejes un poco.

Quinientos metros más adelante gira a la izquierda. Has llegado a una gran avenida. Desembocarás en una gasolinera, a la izquierda de nuevo durante un momento más hasta la bonita iglesia románica de San Nicolás. Sigue recto, plazuela, calle empedrada que asciende hacia la muralla y coronarás en el lienzo sur del murallón medieval. No llevas ni tres kilómetros y el calentón es importante. Ahora entenderás por qué hay tan buenos escaladores en el ciclismo abulense.

Visión general de la muralla de Ávila

Lo más lógico es brindarte un descanso y continuar hacia la derecha, por el Paseo del Rastro, rodeando la fortaleza, dejándola siempre a tu izquierda. Encadenarás las plazas de Santa Teresa y San Vicente, donde deberías volver como aficionado al arte románico cuando te duches, para completar el perímetro amurallado para un total de 4km.

 

La Frontera Califal y el Cid

Ruta en línea por dos de las mayores fortalezas de la frontera entre reinos cristianos y moros. Si eres un fanático de los castillos, convence a alguien y que te transporte hasta Berlanga de Duero. Que él desayune mientras tú subes al trote a uno de esos magnánimos castillos con los que sueñan los guionistas de Juego de Tronos. Doble línea de cubos y muralla, y una posición que te levantará escalofríos. Estás pisando territorio de guerras y de historia con letras gordas.

Castillo y muralla de Berlanga de Duero

Sí. Ahí mismo. Ahora mismo parece una zona tremendamente seca y deshabitada. Pero te llevo por la vieja línea de combate del Duero. A la espalda del castillo de Berlanga está el desfiladero del río Escalote. Casi marciano. Seguir río arriba nos llevaría a unas tierras altas inhóspitas, pero trota de regreso a Berlanga y sus calles porque tenemos que ir hacia el oeste. A cruzar el padre Duero.

Sal por Nuestra Señora de las Torres, por la puerta de la vieja muralla, hacia Aguilera y Morales. Vigila. Estás en carreteras locales casi sin tráfico pero debes correr como un peatón, por el arcén izquierdo. A escasos metros, una salvadora pista de tierra que lleva a Aguilera. Un gris y un rojizo casi dolorosos te llevarán por estepas donde cuesta creer que se ventilasen tantos hechos históricos.

Calma (esa gran virtud del corredor de fondo). Desde el km 4, en Aguilera, donde hay que asomarse a su puro románico en la iglesia, regresas a tu antigua pista de tierra (al abrevadero) para seguir esa dirección ‘siempre oeste’. Por camino se llega a Morales, pegado al Duero. Es un caserío casi desnudo que hará que te preguntes qué escala real tenemos los seres humanos ante la soledad.

Toma la carretera de nuevo, siempre bordeando el Duero, hacia poniente. Allá queda Recuerda (km13), lugar de evocador nombre. Al fondo y al otro lado del gran río soriano, se eleva un monumento al que todo aficionado a las piedras y a las batallas debe peregrinar una vez en la vida. La fortaleza más grande de Europa en el periodo califal: Gormaz.

Castillo de Gormaz

Los siglos IX y X de nuestra historia se dilucidaron en sus laderas y a ellas tendrás que llegar corriendo desde esta población. Si bien la carretera lleva hacia el cruce del río por un puente nuevo, debes tomar la carretera local en dirección a Fresno de Caracena. En dos kilómetros llegarás al puente de diez ojos por el que miles de personas han cruzado durante siglos. Vadea el Duero y asciende a esa bestial fortaleza de casi quinientos metros de largo.

Es el momento de dar un toque a tu amigo y que venga a recoger tus restos de ‘runner historiador’. Total de la ruta, 17 kilómetros.

 

Hoces y buitres: Sepúlveda

Una corta sesión de ‘running’ (unos 7km) para hacer hambre y apretar después las tuercas a un buen asado. En la provincia de Segovia está Sepúlveda, encaramada entre las rocas del Duratón. El pueblo tiene tanta fama para ser visitado con el cuchillo entre los dientes como con las zapatillas. Cálzatelas, aparca el coche en alguno de los espacios destinados, y trota hasta la plaza de España. Ahí empezamos, a las faldas del castillo que aún deja ver sus torreones.

Sepúlveda, un auténtico rompepiernas

Hacia la derecha, seguiremos la calle Barbacana, por uno de los lienzos mejor conservados del castillo. Esta palabra da una idea de la fuerza de la defensa (significa ‘doble defensa’) y nos llevará calle adelante hasta el mirador de la Plaza del Castrón. Ahí tienes la fabulosa joya románica de la Virgen de la Peña. Trotes hacia donde trotes el mundo parece terminarse y los abismos te rodean. No te despeñes, que nos conocemos.

En la plaza gira a la izquierda al lado de los columpios (hay un panel indicativo de la senda) y corre bordeando el cerro del castillo y la hoz del río desde arriba. Es el camino de la Puerta de la Fuerza, que confluye en el asfaltado camino del Cabildo. Atraviesa ese arco que permanece vigilante sobre el acantilado y desciende al puente Picazo (km 3).

Estás en territorio donde anida el buitre leonado y al que no es difícil ver. Ten cuidado no tengas la tentación de tirarte al suelo a echar un bucólico sueñecito. Las aves carroñeras no repararán en tu ropa de ‘running’ y te tomarán por cadáver. En el puente toma la hoz hacia la izquierda y trota rodeado de farallones, árboles de ribera que tendrán un color naranja y amarillo precioso si sabes escoger la época.

Su famoso cochinillo

En el viejísimo puente Talcano volverás a cruzar sobre el Duratón y saldrás al aparcamiento general. Desde ahí todo es remontar la carretera a la ciudad, echar la última e intensa sudada y desembocar en la esquina de la iglesia de Santiago. Gira a la izquierda y asciende por la vieja judería (c/Subida a San Cristóbal) hasta el final del cerro. Coronándolo todo (merece la pena la paliza, esta es una ruta corta), la bellísima San Salvador, construida en el 1093.

Te has ganado el mamífero al horno de leña que escojas. Desciende trotando al coche, cámbiate y a vivir la vida con mantel de hilo.