La globalización es lo que vende: progreso para todos y en todos los sitios, sea o no necesario. Y eso de ir descalzo es algo propio del tercer mundo debido a que no tienen recursos. En la mente de los occidentales es algo que está relacionado con África, si bien hay otras muchas más partes del mundo inmersas en la pobreza.

Lo que sí tienen por allí es acceso a televisiones, y saben lo que son unas Nike o unas Adidas, las cuales se han convertido por allí en signos inequívocos de estatus social. También son una prenda que protege de las adversidades del terreno o del frío. ¿Y para correr, también sirven por allí?

De un tiempo a esta parte, en el primer mundo, varias son las ONG que con la mejor de sus intenciones organizan recogidas de zapatillas gastadas para enviarlas a África. Además de gastadas, están vencidas hacia los lados, deformadas, con la suela transformada en un molde del pie del runner que las calzó junto con sus plantillas a medida.

¿No habíamos quedado en que la ciencia (y las marcas) decían que una vez vencidas eran malas pues podrían provocar lesiones en caderas, rodillas, tobillos...? ¿O es que a los chavales de África eso no les afecta? Se me olvida que esa ciencia le hubiera prescrito unas plantillas de 200€ al mismísimo Bikila.

Lejos de entrar en el debate de qué es peor o qué es mejor o intentar argumentar si una forma de correr es menos lesiva que otra, hay datos objetivos: los niños keniatas, o de otros países africanos, o de zonas de América del Sur, o de Asia, cuando corren descalzos, no apoyan de talón en las zancadas.

En cambio, los niños de descendencia keniata que viven en Estados Unidos, o en España, y que llevan toda su vida con zapatillas con drop y amortiguación, no tienen, ni mucho menos, el estilo de los atletas keniatas. Entran de talón. Ojo, este dato es general, pues (todavía) no hay ningún estudio al respecto.

¿Pero qué ocurriría si cogiésemos a un grupo de niños blancos y les pusiésemos a correr descalzos desde que son pequeños hasta la adolescencia? Lamentablemente, en el primer mundo, nuestra cultura quizás nunca nos deje verificarlo. Lo que sí es evidente es que en miles de años de evolución humana todavía no ha nacido un humano con drop de nacimiento.

Qué cosas. Nacemos con cero drop, y hasta los años setenta, las zapatillas no tenían drop. Sí es cierto que en la historia hubo episodios de travestismo en el que los tacones eran glamourosos: El Rey Sol, Luis XIV, los llevaba. También pelucas. El tipo quería ganar altura.

También los cowboys los utilizaban, pero no para andar y sí para que el pie no se les moviese de los estribos. Ahora hay algunas marcas que promulgan las plataformas dragqueenianas para correr, basándose en el cuanto más amortiguación, menos lesiones frente al cuanto más amortiguación, menos libertad de amortiguación natural tiene el cuerpo.

Niños blancos que corren descalzos

Hace poco se organizó la Milla de Segorbe. Curiosamente, en categorías infantiles, había un grupo de niños que corrían descalzos: y los había delgados y gorditos, niños y niñas. Y algunos de ellos ganaron en su categoría. Eran blanquitos. Y es que quizás no tenga sentido patrocinar un estudio…

Es cierto que hoy en día la voluntad de muchos keniatas no es ir descalzos. A estas alturas el poder del marketing de las grandes marcas llega a todos lados y esos niños van descalzos porque no tienen medios para comprarse unas zapatillas.

Pero todo indica que en caso de haber tenido zapatillas de niños, muchos de los actuales keniatas que ahora reinan en el atletismo de élite no correrían con el estilo grácil y fácil que desarrollan ahora en sus carreras. Y no se está hablando aquí de rendimiento: simplemente la plasticidad que da el correr bien, el correr como un humano, utilizando la amortiguación que el cuerpo humano lleva de serie.