Nos espantan. Las odiamos. Nos cansan. Nos hacen sudar. Y, siempre que podemos, optamos por la opción A: coger el ascensor. Mal hecho. Porque subir escaleras siempre resulta un ejercicio interesante para nuestro cuerpo, da igual donde se nos presente la oportunidad: en el trabajo, en el Metro o en casa. Aunque sólo sea un tramo, porque todo el movimiento que hagamos, suma. Así que lee con atención y empezarás a mirarlas con otros ojos.

1.- Al igual que correr, montar en bicicleta o nadar, se trata de una actividad aeróbica muy efectiva que nos ayuda mantener nuestro peso ideal. Hace que trabajemos nuestro corazón, mejorando la frecuencia cardíaca, y aumenta nuestra capacidad pulmonar. Con una actividad tan cotidiana como ésta, lograremos fortalecer nuestros huesos, mejorar nuestra circulación y mantener nuestro colesterol a raya.

2.- Más fácil, imposible. Para realizar este ejercicio no se necesita una técnica depurada, ni apuntarse a ningún gimnasio.

3.- Es muy eficaz para trabajar nuestro tren inferior. La manera más sencilla y eficaz de tonificar nuestras piernas y glúteos en un tiempo récord.

4.- Al subir escaleras, no debemos inclinar nuestro cuerpo demasiado hacia adelante, sólo levemente. Debemos mantenernos erguidos, sin curvar la espalda, e impulsarnos con la pierna que dejamos atrás. Es muy importante concentrarnos en nuestros pies, en pisar con seguridad y en el centro de cada escalón. Apoyar bien la planta es fundamental para sacar el máximo partido a cada peldaño y, sobre todo, no caernos.

5.- En el trabajo son la mejor herramienta para mover nuestros músculos y evitar todas esas consecuencias nocivas para nuestra salud que acarrea pasar tanto tiempo sentados, ya que mejora la circulación sanguínea de nuestras piernas.

Subir escaleras también es un método muy eficaz para liberarnos del estrés acumulado durante la jornada laboral. Si la tensión va en aumento, nada mejor que soltarla escalón tras escalón. Nos evitaríamos muchos disgustos.  No fuerces. No se trata de salir en el Libro Guiness, sino de sentirse mejor.

En esto, como en todo, es mejor la constancia que esa locura transitoria que nos empuja a darlo todo un día para abandonarlo a las primeras de cambio. Empieza despacio y, si notas que te falta el aire, descansa al final de cada tramo.

6.- Para meterle más intensidad al ejercicio, súbelas de dos en dos. Incluso puedes hacer series y aprovechar las bajadas para recuperar.

7.- Si quieres trabajar a tope tus gemelos, sube de puntillas. ¡Al día siguiente tendrás unas agujetas históricas!

8.- Para los más ‘pros’, las alternativas son innumerables: hacer saltos de rana, talones a los muslos… O, simplemente, utilizarlas a modo de step como en el gimnasio.

9.- Y, ya que estamos, para completar el entrenamiento podemos trabajar nuestro tren superior, utilizando un escalón para hacer flexiones y abdominales isométricos.