Una ducha, untarte en body milk y echarte desodorante, son tres pasos fundamentales para que tu olor corporal no perturbe las narices de los que tienes alrededor. Pero, y ¿si un día notas que tu hedor es más fuerte de lo normal?

¿Te ha abandonado definitivamente el perfume que te echaste esta mañana en las axilas? No dramatices. Posiblemente estés cometiendo alguno de estos seis errores:

1. No has elegido el producto adecuado: Desodorante vs. Antitranspirante. Lo primero que tienes que saber es que el desodorante y el antitranspirante no son lo mismo. Si tu intención es mantener un perfumado olor en tus sobacos el desodorante es el producto adecuado ya que gracias a éste evitarás los malos olores.

Sin embargo, el antitranspirante contiene cloruro de aluminio, un ingrediente que tiene la función de bloquear el sudor y luchar contra las incómodas manchas que se crean en la ropa justo de debajo de la axila. No oculta los olores sino que impide que se produzcan. ¿Has elegido bien entre los dos?

2. El momento del día en el que te echas desodorante es erróneo. Después de la ducha matutina y una vez limpias todas las zonas del cuerpo, el siguiente paso es echarse el desodorante. ¡Error! Todos lo hacemos porque empezar el día, limpios y oliendo bien, es nuestro objetivo.

Pero, ojo, el mejor momento para aplicarse el producto es por la noche antes de irse a dormir. Al menos así lo aseguran la mayoría de dermatólogos. Cuando estamos en pleno sueño la axila está completamente seca y la producción de sudor es mínima, de esta manera, al aplicarse el producto, tiene todas las horas de sueño para introducirse en los poros y conseguir el efecto deseado.

Si optas por el momento postducha, y por muy bien que creas que te has secado, la axila siempre se queda algo húmeda cuando lo apliques, y ya todo mal.

De verdad, la cantidad de pelo no influye tanto en el hedor como que dejes de cometer estos errores
De verdad, la cantidad de pelo no influye tanto en el hedor como que dejes de cometer estos errores | Wikipedia

3. ¿Te estás echando suficiente? La expresión ‘menos es más’ no funciona con la cantidad de desodorante que debes echarte. En momentos de nerviosismo como reuniones, citas o exámenes es normal que nuestro cuerpo genere más sudor.

No te preocupes por eso, es un mecanismo de defensa de nuestro organismo para controlar el aumento de la temperatura corporal. En estos casos, aplicarse un poco más de desodorante es totalmente lícito.

Aunque ten en cuenta que más que la cantidad, lo más importante es que se extienda bien por toda la axila para cubrir bien todas las glándulas sudoríparas.

4. Ten cuidado con los desodorantes perfumados. Si eres de piel sensible y se te irrita con facilidad pueden salirte eczemas en la piel y el momento de echarte desodorante puede llegar a ser un suplicio.

Antes de usar cualquiera de estos productos aplícate un poco en la mano y comprueba si te producen alguna reacción fuera de lo normal. Si se da el caso, lo más recomendable es que utilices desodorantes sin perfume. Lee bien la etiqueta y evita futuras lamentaciones.

Aléjate, por favor. ¡Apesto viva!
Aléjate, por favor. ¡Apesto viva! | Flickr

5. ¡Cambia de desodorante! Somos melancólicos por naturaleza y nos gusta regodearnos en nuestros recuerdos, pero, por favor, no hagas eso con el desodorante y deja de usar el mismo que usabas cuando ibas al instituto.

Igual que los cuerpos van evolucionando, las glándulas sudoríparas se van adaptando también. El cuerpo puede desarrollar resistencia a los antitranspirantes y que sea incapaz de detener el sudor. Esto llevaría a crear microbios que desarrollen ese mal olor tan desagradable. En conclusión: procura que tu desodorante evolucione contigo.

6. ¿Y si tu sudor no huele? Estamos acostumbrados a seguir unas normas establecidas en cuanto a higiene personal se refiere. Confesar que no te echas desodorante conllevaría miradas recriminatorias y malas caras a tu alrededor. Pero, ¿y si están todos equivocados? ¿Y si en realidad no te huelen los sobacos?

Puede que estés usando desodorante sin necesidad. Según la variación genética que poseas, tu sudor será más apetecible para las bacterias que se generan en la axila que provocan el mal olor, pero puede ser que carezcas de ese gen.

Analízate bien porque, según un estudio publicado en el 2013 en el Journal of Investigative Dermatology, tres cuartas partes de las personas que usan desodorante no deberían de hacerlo.