Hasta hace bien poquito algunas personas optaban por recorrer el Camino de Santiago a pie durante aproximadamente un mes; otras preferían hacerlo con su bicicleta en aproximadamente la mitad de tiempo –quince días-.

Sin embargo, desde finales del pasado mes de junio el Camino de Santiago suma una nueva modalidad de completar los 785 kilómetros de distancia que separan Roncesvalles de Compostela a través del camino francés. Esta tercera y pionera alternativa se ha llevado a cabo en tan sólo seis días, ya que se ha realizado corriendo.

Esta singular forma de completar el Camino de Santiago tiene nombre y apellido: La Carrera del Peregrino. La idea nace en 2016, Año de la Misericordia y 120º aniversario de los primeros juegos de la era moderna, como una unión de los valores olímpicos y xacobeos.

En esta primera edición, celebrada entre el 18 y 24 de junio, participaron cuarenta runners, divididos en cuatro equipos de diez personas, que han recorrido mediante un sistema de relevos los casi ochocientos kilómetros que distan entre ambas localidades.

Con un desnivel acumulado de subida de 12.011 metros y un desnivel de bajada de 12.634 metros, cada equipo participante debía realizar sus diez relevos en cada jornada peregrina que oscilaba entre los 10 y 18 kilómetros de media.

Como no podía ser de otra manera, el pistoletazo de salida tuvo lugar en Roncesvalles. Esta primera etapa enlazó el famoso pueblo navarro con la ciudad de Logroño. Un total de 138 kilómetros que los 'corregrinos', como les denominan cariñosamente los organizadores, debían completar durante el primer día de carrera.

La segunda jornada uniría las urbes de Logroño y Burgos. Una distancia total de 124,4 kilómetros en la que los participantes completarían 10 relevos de 12,5 kilómetros de media y cuyo aliciente al finalizar el día era la oportunidad de poder contemplar la famosa Catedral de Santa María La Mayor, declarada Patrimonio de la Humanidad.

Tras pernoctar en la capital burgalesa, los corredores encaraban el tercer día del camino francés. Una jornada de 179 kilómetros que discurría entre las ciudades de Burgos y León. En esta ocasión, cada ‘corregrino’ completó una media de 18 kilómetros de distancia. La recompensa a la etapa más larga era poder visitar una de las catedrales góticas con las vidrieras más bonitas de cuantas existen en Europa.

La Carrera del Peregrino afrontaba la cuarta jornada con comienzo en León y meta en la famosa ciudad de Astorga. Un total de 102,8 kilómetros corriendo por la comarca de El Bierzo, en la que los participantes tuvieron una pequeña tregua, completando de media 10 kilómetros, y pasando por localidades emblemáticas del Camino de Santiago como Foncebadón.

La quinta etapa de esta curiosa carrera, en la que el cronómetro no tiene la más mínima importancia y adolece de carácter competitivo, fue la más corta de todas con sus 91 kilómetros aunque no por ello la menos dura de cuantas completaron los ‘corregrinos’. La razón es que en esta anteúltima jornada los participantes debían salvar las rampas de O Cebreiro, una exigente subida que hace frontera entre Castilla-León y Galicia, para alcanzar Sarria, un pueblo que alberga más de 20 iglesias románicas.

Y por fin, llegaba la sexta y última etapa del camino. Un total de 117,6 kilómetros para llegar a la ciudad de Santiago de Compostela, donde se veneran las reliquias del apóstol Santiago el Mayor. Una ilusionante jornada que terminaba con la Misa del Peregrino y en la que los participantes recibían La Compostela, el certificado expedido por las autoridades eclesiásticas y que se entrega a los peregrinos al completar su recorrido.