Tras saludar al personal presente y contarles tu hazaña (previamente ya lo has posteado en todas las redes sociales, claro), decides que ya está bien de estar sudado/a, que lo que quieres es estar limpito/a para salir al bar con los amiguetes y, una vez más, rememorar ese kilómetro 7, cuando se te apareció el muro y lo venciste a base de playlist musical.

Sin embargo, oh, problema. No es que no tengas agua en la ducha, o que esta salga fría. Qué va. Nos vamos a después de la ducha, cuando ya estás seco (o eso crees tú). Tras despojarte de la toalla y ponerte la ropa fetén, te das cuenta de que tienes un problema: ¡estás volviendo a sudar! Pero, ¿por qué, si ya llevo un rato parado?

Tranquilo, todo tiene su explicación. Vayamos al meollo de la cuestión. El sudor no es más que el mecanismo que tiene el cuerpo humano para autorregular su temperatura. Cuando corremos, o hacemos deporte, nuestra temperatura corporal aumenta, por lo que nuestro cuerpo empieza a generar sudor para refrigerarnos.

No obstante, aunque nosotros hayamos dejado de correr, nuestro cuerpo sigue a la temperatura que ha alcanzado mientras hacíamos deporte por lo que, si nos duchamos justo después de acabar la práctica deportiva, lograremos reducir un poco esa temperatura pero, lo más seguro, es que al salir de la ducha, aún sigamos sudando, pues no ha pasado el tiempo suficiente.

Sin embargo, tampoco es recomendable estar mucho tiempo sin ducharse después de haber corrido, pues corremos el riesgo de que el sudor se enfríe y constiparnos. Entonces, ¿qué debes hacer?

Lo ideal es esperar unos 10 minutos o hasta que notes que tu cuerpo ha cesado de sudar. Entonces estarás “apto” para poder ducharte y, al salir, no seguir sudando. Si te molesta mucho el sudor en la camiseta (sobre todo si es de algodón) durante esos minutos de transición, lo que puedes hacer es ponerte otra que esté limpia aunque, claro, al final se te llenará antes la lavadora.