Por mucho glucógeno que almacenes en tus músculos, a los 90 minutos de carrera (tiempo medio, que será mayor o menor en función del deportista) se habrá agotado el de tus músculos (70% del total) y sólo te quedará el del hígado (30%), el otro almacén de esa sustancia en el cuerpo humano. Y a no ser que corras a ritmos keniatas, antes de terminar la prueba, podrías tener un bajón si sólo obtienes la energía de ahí.

El corredor de fondo tiene un motor de coche híbrido que se alimenta de esas dos fuentes de energía. El problema es que si bien es capaz de obtener con facilidad alimentación del glucógeno, el cual vendría a ser la gasolina, le cuesta más tirar de grasas, las cuales podrían considerarse una especie de energía solar, la cual serviría de bien poco sin paneles solares.

Enseñar al cuerpo a obtener fuentes de energía alternativas al glucógeno

¿Y cómo sacar brillo a los paneles solares, esto es obtener energía de las grasas, las cuales están presentes en el organismo para correr mucho más que 42 km? Enseñando al cuerpo a consumirlas.

Por un lado, es necesario hacer rodajes lentos, por debajo de nuestro umbral anaeróbico, es decir, a veces hay que llevar un ritmo fácil, aunque nos cueste ir tan lento. Después, aumentando esa velocidad poco a poco con el paso de los días se acostumbrará al cuerpo a quemar grasas a ritmos cada vez más rápidos.

Y por otro lado, hay que ser conscientes de que con intensidades muy altas también se quema grasa, además de glucógeno, ya que son necesarias precisamente para convertir ese glucógeno en energía. Es decir, que hay que hacer series, series y más series.

Teniendo en cuenta lo anterior, quizás no sólo de pasta y arroz deba vivir el fondista. Así, las grasas que se encuentran en los frutos secos, aguacate o carnes magras, las cuales también tienen las proteínas suficientes para reponer los músculos durante el ejercicio, son perfectas de cara a afrontar una prueba de muchos kilómetros.

Por último, conviene recordar que bastantes corredores de ultradistancia ya no es que coman muchas grasas, es que ingieren muy pocos hidratos de carbono, y han pasado el consumo de pasta y arroces a un mero hecho testimonial.

No, no se han vuelto locos: estos corredores están avalados por científicos como Tim Noakes o Jeff Volek. "Algunos no hablan de ello porque consideran que de esa forma tienen una ventaja competitiva", aseguraba el último en un simposio entre colegas. Los buenos resultados y buenas sensaciones que dicen tener, como sería el caso de Tim Olson, también dice mucho.