Una rotura de menisco puede tenernos semanas fuera de la pista, un reposo que sin embargo no evitará que podamos recuperar nuestra buena forma de antes de la lesión. Lo importante es saber reconocer a tiempo el daño y ponernos cuanto antes en tratamiento, solo así conseguiremos que el daño sea una simple pausa en nuestra vida deportiva.

“La rotura de menisco no tiene motivo para dejar secuelas siempre que haya sido bien tratada y a tiempo”, asegura el Dr. Álvaro Sáez-Arenillas, Traumatólogo del Hospital La Milagrosa.

Hay que evitar en las fases iniciales saltos bruscos, cambios de dirección, torsiones del pie extremos; sin embargo, bien tratado no dejará apenas y podremos hacer el deporte que practicábamos antes de la lesión.

Sin embargo sí hay algunos que son más favorables, como el ciclismo, siempre que evitemos las flexiones al límite, correr en superficies blandas y llanas y con un calzado óptimo, la marcha, natación...

Hay que tener siempre en cuenta que el menisco es un amortiguador, por ello es esencial reconocer los síntomas de la posible lesión. Así cuando hablamos de las que afectan las estructuras fibro-cartilaginosas y que se producen ir degeneración o la edad “el paciente notará un ligero dolor e hinchazón en la zona afectada que suele remitir pasadas dos o tres semanas. Pero, en el caso de los desgarros totales o roturas de menisco de las llamadas lesiones traumáticas la cosa cambia y en casos graves puede ser necesaria una cirugía, que se hace por artroscopia”, explica el especialista.

Con el deporte es fácil que se dañen, ya que el colchón que crea en la rodilla y protege la articulación puede verse afectado por una presión excesiva, normalmente por “giros o torceduras de la rodilla al hacer cambios bruscos de dirección o al levantar objetos pesados o por un impacto directo en un deporte de contacto”, explica él traumatólogo.

Deportes como el fútbol, el baloncesto, el tenis, rugby... son los más propicios a lesiones de menisco, debiendo ser prudentes con ellos antes y, sobre todo, después de sufrir un desgarro o rotura.

Tras una lesión, es importante ponerse en manos especialistas y seguir los tratamientos adecuados, requiriéndose, explica el médico, en “desgarros leves reposo y ciertos cuidados como la aplicación de hielo en la zona afectada y compresiones con vendajes elásticos o rehabilitación. En el caso de las roturas puede ser necesario el uso de muletas o dispositivos ortopédicos hasta que mejore la inflamación y el dolor, fisioterapia y, en algunos casos, una cirugía artroscópica que repare el desgarro”.

En estos casos la recuperación se extenderá varias semanas en el tiempo, si bien con una buena recuperación no deberían quedar secuelas ni consecuencias que nos impidiera ejercitarnos.