De repente abres los ojos y te das cuenta que no estás en el mismo año. Aunque esto no es el argumento de ninguna peli de ciencia ficción: ayer te abrazaste con tu suegra, te planteaste un montón de propósitos y ya fallaste con alguno pegándote un atracón de turrón y cava.

Seguro que a nadie se le ocurrió recoger la mesa y el gato se pasea por encima mirando que come, si cordero o cochinillo.

Falta poco para que llegue tu suegra a meteros caña por como tenéis todo o que tu cuñado aparezca para decirte que pilló un vino buenísimo y más barato que en las tiendas. Y en ese momento piensas en desaparecer.

Desaparece, no te lo pienses: a mí me gusta borrarme un rato el día 1 de enero, tener un rato para mí después de tanta celebración y de tanta gente que aparece de repente a tomar una en tu casa para despedirse con el siempre recurrido “hasta el año que viene”.

Mientras la mayoría duerme (o la duerme, que se parece pero no es lo mismo), me gusta encontrar un rato para salir a sumar los primeros kilómetros del año.

Ahora mismo estaréis diciendo “con la de días que tiene el año, ¿qué sentido tiene empezar a correr el primero?”. Poneros a la cola: llevo oyendo esa frase mucho tiempo, y siempre tengo la misma respuesta.

Para mí, empezar a moverme desde el principio del año me da una perspectiva de lo que quiero. Sea sumando kilómetros en solitario o compartiendo tirada con algún amigo con un objetivo marcado, el correr desde el día uno me ofrece una visión diferente de todo.

Para empezar, el ambiente es distinto: sin el ruido del día a día, preocupándote lo mínimo por los peatones o los coches, atraviesas una ciudad que es solo para ti.

Cruzarte con alguien esa mañana es un logro complicado, y si subimos el listón y buscamos a otro corredor nos ponemos un reto prácticamente imposible.

Sin embargo, esas mañanas que me he encontrado a otro runner han sido geniales. Ese cruce de miradas dice mucho: es gente hecha de otra pasta.

“¿Qué quieres, una medalla al más madrugador?” Tampoco es eso: no aspiro a ningún premio, pero sí que salgo ganando al llegar a casa.

Como decía, salir a correr en una mañana en la que todo es la Marcha Radetzky, el Concurso de Saltos de Garmish Partenkirchen (no es ningún reloj con GPS, fans de los gadgets) o chocolate con churros es un punto más en tu fuerza de voluntad.

Puede que este año afrontes muchos y diferentes retos, pero cuando más duras las pases puedes pensar “si fui capaz de salir un 1 de enero, ¿me va a parar esto?”.

Si eres competitivo, además, te dejo un reto: apunta en tu agenda la NeujahrsMarathon. Sí, en Zurich están tan locos que a las 00:00 del primer día del año dan la salida a una maratón.

Te tocará luchar contra la noche, el frío y el ambiente: hay que estar muy zumbado para meterse un tute de este tipo mientras todo el mundo celebra.

El premio, eso sí, es muy goloso: ¿alguna vez has liderado el ranking nacional de maratón de tu país? Con esta prueba, tendrás al menos por un tiempo la mejor marca del año.

Sea compitiendo o con un paseo por tu ciudad, a ritmo duro o con un trote cochinero, te recomiendo que le des la bienvenida al año con una breve salida. Correr despeja, relaja y te deja listo para afrontar un nuevo inicio cargado de ilusiones. Ya sabes lo que dicen: lo que bien empieza, bien acaba.