En agosto, la excusa del ‘no tengo tiempo’ ya no cuela. Ahora lo tienes y de sobra. Lo que ocurre es que, la mayoría de las veces, el ser humano tiende a derrochar en lugar de invertir.
Pero estas vacaciones, en lugar de dilapidar tus horas libres a lo cigarra sin hacer nada, te vas meter en el minúsculo cuerpo de la previsora hormiga y vas aprovecharlas para asignarlas en busca de tu máximo beneficio. ¿Cómo? Marcándote metas y luchando por alcanzarlas.
1.- Empezar a correr: el calor no es un buen aliado para cogerle el gusto al ‘running’ pero siempre se le puede esquivar, escogiendo el momento más apropiado para salir a quemar zapatillas: a primera hora de la mañana o cuando se pone el sol.
Empieza con el clásico CACO: correr-caminar-correr. Los tiempos los puedes marcar tú mismo. Para empezar puedes alternar 10 minutos de caminata, dos de carrera y, poco a poco, ir subiendo el tiempo empleado en el trote.
En unos cuantos días, notarás cómo el cuerpo pide más. Lo ideal es marcarse un objetivo desde ya para no tirar la toalla al regresar a la vida cotidiana. Por ejemplo: correr la San Silvestre el día 31 de diciembre. Si empiezas a correr ya, lograrás completar los 10 kilómetros del recorrido sin problemas.
2.- Ser más flexible: ¡Adiós a Robocop! Las vacaciones son la época ideal para dejar de ser ‘tan troncos’. Aprovecha tu toalla para algo más que para broncearte y estira. Y estira. Desde la cabeza a los pies. Mirando al mar. Respirando. Tus machacados músculos dejarán su agarrotamiento habitual para volver a su ser.
3.- Lucir piernas: Durante el año te pasas las horas muertas sentadas ante el ordenador, convirtiendo tus extremidades inferiores en un terreno fértil para la aparición de celulitis, varices... Así que una de tus metas durante el parón estival ha de ser: mejorar tu circulación. Practica la natación. Nadar es, sin duda, el deporte más completo que existe y un auténtico placer para nuestros músculos y articulaciones. Si no te gusta, al menos, camina o haz gimnasia en el agua. Si está fresquita, mejor.
4.- Eliminar el ‘michelín’: Evita los fritos y todas esas comidas rápidas de las que te atiborras durante el ‘curso’ para someterte a una buena cura de desintoxicación a base de frutas y verduras. Si comes pasta, mejor que sea integral, y bebe mucha agua.
Practica algo de ejercicio aeróbico (natación, bicicleta, carrera etc.) y, tres días a la semana, dedica 10 minutos a hacer una tabla sencilla de abdominales isométricos. Las ‘planchas’ acabarán con tus ‘flotadores’.
5.- Ponerte fuerte: Pero sin tener que encerrarte en el gimnasio. Y sin levantar pesas. ¿Se puede? Sí. Haz flexiones. En la playa, en la piscina, en casa... Si no tienes fuerza, empieza de pie, apoyándote en una pared. La segunda fase sería en el suelo, primero buscando un apoyo sobre tus rodillas y luego, alzando todo el cuerpo.
Para ganar potencia en las piernas, corre en el agua y haz sentadillas con salto. Y, si quieres rematar la faena por todo lo alto, iníciate en los burpees: sucesión de sentadillas, flexiones y saltos verticales en una secuencia de movimientos en sucesión a un ritmo rápido. ¡La combinación es explosiva!