"Desde hace mucho tiempo se conocen los beneficios de la actividad física para mitigar estos síntomas e incluso calmar la ansiedad y la depresión”, asegura sin dudar Germán de la Torre, entrenador de Centro PRONAF.

"El ejercicio regula y  ayuda a liberar ciertas endorfinas que producen placer y bienestar. Además, es una píldora de energía para el cuerpo y el cerebro fundamental para enfrentarnos a los primeros días de trabajo", comenta.

Efectivamente, el síndrome, que afecta a nivel físico y psíquico, encuentra en el deporte a su mejor aliado, pues, como nos recuerda el especialista, "el ejercicio es capaz de aumentar el bombeo de sangre y oxígeno al cerebro, ayuda a mejorar las capacidades cardiovasculares y fortalecer los músculos y los huesos, además de regular el apetito y mejorar el sistema inmunológico".

Los expertos recomiendan empezar en el trabajo recuperando la rutina poco a poco, volviendo paulatinamente a los horarios de sueño y comida de siempre… Con un poco ejercicio podemos aliviar los efectos secundarios de la vuelta a la rutina.

"Diferentes investigaciones han comprobado que 20 minutos de ejercicio aeróbico durante 2-3 días a la semana, mejoraba la calidad del sueño y las capacidades cognitivas durante los días posteriores al ejercicio, por lo tanto, en estos días que debemos ir entrenando a nuestra mente a llevar un ritmo de trabajo creciente el ejercicio es ideal para controlar y equilibrar el posible estrés del día a día", explica Germán de la Torre.

Para los más expertos también hay sugerencias como el running y las caminatas nórdicas en espacios abiertos, y en grupo mejor que en solitario para conseguir una mayor motivación. Estas actividades se pueden combinar con yoga o mindfulness "ya que también se ha visto que nos ayudan a controlar el estrés y la ansiedad y pueden ayudarnos a relajarnos por la noche para poder descansar de manera adecuada", afirma de la Torre.

Desde el Centro Pronaf recomiendan que lo ideal es comenzar tras evaluar nuestro nivel y comenzar con 30 minutos durante 2-3 días dejando un día de descanso entre cada sesión de entrenamiento y cuidando la alimentación y el sueño. Después hay que continuar siguiendo bien esta estructura en cada entrenamiento:

1.- Calentamiento y movimientos globales que nos preparen para la actividad que vamos a desarrollar

2.- Fase de esfuerzo, influencia por el nivel y el tipo de actividad, siendo recomendable comenzar con sesiones de 20 minutos.

3.- Fase de recuperación y estiramientos, posiblemente es en la que menos hincapié se suele hacer y una de las fundamentales en los primeros días de entrenamiento, pues nuestros músculos están atrofiados de utilizarse poco durante las vacaciones y debemos cuidarlos para poder progresar de manera adecuada. Dedicar 10 minutos como mínimo sería lo recomendable.

Tras la inactividad toca volver a la rutina y hay que hacerlo sin sufrir lesiones y procurando sacudirnos cuanto antes el síndrome postvacacional. El deporte acude a nuestro rescate, ya podemos volver a la cruda realidad.