"Algunas personas con la realización de ejercicios intensos pueden aumentar la presión arterial, la intracanal o aumentar el ritmo cardiaco o respiratorio, y eso se puede notar en forma de presión o palpitaciones", explica el Dr. Alejandro Harguindey Antolí-Candela, Director del Instituto Otorrinolaringológico Antolí-Candela, que aun así especifica lo poco habitual que puede resultar sufrir ruidos o zumbidos con el ejercicio.

Y es que en circunstancias normales, la práctica de deporte no debería afectar a nuestros oídos; sin embargo, igual que conocemos los riesgos de sufrir contracturas o roturas cuando ejercitamos el cuerpo, debemos saber que los deportes extremos pueden favorecer ciertas lesiones.

A veces ni siquiera se necesita una gran intensidad. La natación, por ejemplo, también se perfila como un deporte que ocasiona molestias, si entra agua en el oído interno puede producir dolor e incluso infecciones, pero siempre ocurrirá en deportistas con una cierta predisposición.

"Solo aquellas personas que padezcan alguna enfermedad de la piel del conducto, como eccemas, exostosis, soriasis, dermatitis, o que no la toleren, deben protegerse usando tapones cuando la realicen. Si estas personas especialmente sensibles no toman esa precaución, pueden desarrollar otitis externas", concluye el doctor Harguindey Antolí-Candela.

Las alturas también pueden volverse en nuestra contra, esquiadores y montañistas pueden sufrir una congestión y bloqueo de las trompas y con ello un tapón en los oídos.

"Si no hay una adecuada ventilación del oído, este puede taponarse y acabar en una otitis media. De igual manera ocurre con cualquier actividad que impliquen cambios bruscos de presión, como el buceo, los vuelos, etc. Mantener una adecuada higiene nasal y prevenir los catarros puede ser suficiente", aconseja nuestro especialista, si bien recuerda que solo afectaría en caso de alteración de la funcionalidad de la Trompa de Eustaquio.

Los runners, ahora que las temperaturas bajan, deben también tener especial cuidado, el aire y el frío pueden producir otalgia, dolor de oídos, y es necesario aumentar la protección ante los cambios de temperatura.

Ojo en la calle, pero también en lugares cerrados pues, como recuerda el otorrino, "no solo es importante el frío, sino los cambios al entrar y salir de casa,  gimnasio,  piscina climatizada, que pueden producir inflamación de la mucosa nasal y por tanto repercutir sobre el oído".