El proceso por el que ha pasado ha durado tres años y, aún hoy, sigue, claro. Wheeler era un joven inglés como otro cualquiera, que no se preocupaba por su estado físico, ni por lo que comía ni lo que dejaba de comer. Le daba igual todo.

Sin embargo, un día se dio cuenta de que realmente no era feliz con su cuerpo. Su novia le dejó después de seis años, le costaba moverse y no podía hacer actividades que sus amigos sí que hacían, como jugar al fútbol. De esta guisa, decidió emprender una cruzada contra sus kilos de más.

Para empezar, dejó de comer las “guarrerías” que se comía cada día, entre las que se encontraban varias bolsas de Doritos, bebidas refrescantes con gas y llenas de calorías, pizza y bollería industrial. Lo típico, vaya.

Eliminó estos alimentos de su dieta y comenzó a comer más sano. Sin llegar hasta el punto de la ortorexia, Wheeler empezó a hacer cinco comidas diarias con porciones más reducidas de lo que lo hacía anteriormente.

Además, incluyó en su vida el deporte, algo que, hasta entonces, desconocía. De una manera un poco intensiva, comenzó a hacer deporte dos veces al día durante los siete días de la semana. Como hemos hablado en alguna ocasión, tampoco es bueno abusar y hay que dar al cuerpo unas horas de recuperación (incluso un día) entre una sesión y otra.

Pero Wheeler, que parece no leer CorreryFitness, le siguió dando duro y, claro, en tres años perdió 45 kilos y su cuerpo se tornó en un cuerpo escultórico. Fruto de ello, las empresas del mundo del fitness comenzaron a fijarse en él y ahora es uno de los modelos de portadas de revistas del fitness más codiciados.

Además, Wheeler creó su propia empresa de fitness para ayudar a las personas que se encontraban en su misma situación cuando empezó, y ahora mismo ya cuenta con más de 10 entrenadores. ¿Te aceptarán si eres europeo? Ahí queda la incógnita.