Es de Perogrullo. Lo sé. En la piscina lo que toca es nadar. Pero… ¿y si no te gusta? ¿Si no sabes?  ¿Si tu estilo es más perruno que olímpico y te da corte? No pasa nada. La recomendación número uno debería ser: apúntate a unas clases para perfeccionar la técnica.

La natación, además de uno de los deportes más completos que existen, es un auténtico placer para nuestro cuerpo y nuestros sentidos. El mero hecho de deslizarse por el agua, de estirar cada uno de nuestros músculos en cada brazada rodeados por un inmenso silencio azul debe ser, creo yo, lo más parecido a regresar al útero materno (¿me he pasado?).

Pero si todavía no has logrado experimentar esta sublime sensación –que desearás probar tras haber leído mi cursi apología de mi deporte favorito- aquí te dejo algunas propuestas para aprovechar la largas jornadas piscineras para algo más que ligar bronce o lo que se pueda.

1.- Lleva en tu kit de supervivencia piscinera una cinta de resistencia y ejercita tu tren superior. Hombros, pecho, tríceps, bíceps y pectoral. Luego, ya que estás, anúdala y trabaja tus glúteos. Y déjate de vergüenzas estúpidas.

2.- Aprovecha esa maravillosa toalla en la que te tuestas para hacer flexiones y, como no, algunas planchas. Recuerda: atención a la postura. Muñecas firmes, traseros arriba –que no en pompa- y ‘core’ en tensión. Aguanta 10 segundos. Descansa y a por otra serie. Alterna con las laterales para trabajar tus oblícuos.

3.- Busca alguna piscina que no cubra demasiado y camina. Incluso, corre. Si quieres potenciar el trabajo muscular, hazlo con aletas. Y con palas en las manos. Si eres ‘runner’ tus castigadas rodillas te lo agradecerán.

3.- Cada vez que tengas que salir del agua, olvídate de las escaleras y hazlo a pulso por el borde. Trabajarás a tope el tren superior. Y, de paso, el ejercicio de servirá para escalar los muros de la próxima Spartan Race.

4.- Pega la espalda a la pared de la piscina, coloca tus manos en el borde a la altura de tu pecho con los codos flexionados y trabaja tus tríceps. Ojo, cuidado con los resbalones.

5.- En piscinas de poca profundidad, aprovecha para trabajar glúteos y piernas, agarrándote al borde y alzando tus piernas a un lado y hacia atrás.  Con las piernas juntas, ponte de puntillas y contrae con fuerza tu trasero varias veces.

6.- Lo sé: soy la tonta de los hipopresivos. Pero es que el momento piscinero es perfecto para hacerlos y esculpir nuestro ‘six pack’ mientras tomamos el sol, sin llamar la atención y sin cansarnos. Recuerda: inspira y expira profundamente tres veces; suelta todo el aire y contrae todos tus músculos abdominales desde el suelo pélvico en apnea durante 10 segundos. Siente como se cierran tus costillas. Y relaja. Puedes repetirlo varias veces durante el día.

7.- Coge una tabla y nada utilizando sólo tus piernas, con la patada de crol. Boca arriba y boca abajo. Si quieres meter más intensidad al ejercicio, ponte aletas. También puedes intentarlo con la de braza aunque, además de ser mucho más complicada, no ni de lejos es tan beneficiosa para nuestra espalda.