Está claro. A medida que maduramos -bonito eufemismo de envejecer- nuestro cuerpo ya no es el que era y empezamos a notar como las tapas de más, el escaso ejercicio y la falta de sueño hace estragos en nuestro físico y la grasa abdominal corre por sus anchas. Está claro que necesitas llevar un estilo de vida algo más saludable que hace unos años, pero ¿y si te dijeran que podrías haber evitado los esfuerzos de más?

Según un reciente estudio publicado en Archives of Internal Medicine, estar en forma a los 20 años puede repercutir positivamente en el riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas hasta en un 12% más que si nos da por calzarnos el chándal tiempo después. No, no podemos llamar a Doc y coger el Delorean para regresar al pasado y cambiar nuestra vaga actitud de veinteañeros, pero si estamos a tiempo o relativamente cerca de aquella edad, ponerle remedio puede tener importantísimos beneficios para nuestra salud e incluso salvarnos la vida.

Ponte las pilas, cada minuto cuenta

La investigación, realizada por científicos de cuatro prestigiosas universidades entre las que se encuentra Harvard o Johns Hopkins, descubrió que cada minuto extra que una persona pueda durar en la prueba de esfuerzo en una cinta de correr cuando tiene 20 años, no sólo reduce la posibilidad de que padezca problemas cardiovasculares, también disminuye el riesgo de muerte prematura durante los 25 años después.

Este estudio titánico ha analizado los efectos del entrenamiento físico en un grupo de cerca de 2.500 personas durante más de treinta años. Fue en la década de los 80 cuando comenzaron a monitorear a los participantes midiendo el tiempo y esfuerzo que invertían en la cinta de correr.

Cada dos minutos, la máquina les hacía ir más rápido y aumentaba la inclinación de la pendiente. Comenzaban caminando sin apenas sudar, pasaban al trote y seguidamente empezaban a correr hasta que quedarse sin aire y tenían que frenar la marcha.

Curiosamente, los investigadores descubrieron que las personas que eran capaces de mantener el ritmo durante un minuto más, redujeron proporcionalmente los efectos nocivos de las enfermedades cardíacas, incluyendo el accidente cerebrovascular y ataque al corazón, así como la tasa de mortalidad un cuarto de siglo después. No sólo eso, este pequeño esfuerzo cronometrado se traducía en una menor acumulación de depósitos de calcio en las arterias durante los siguientes años de vida.

Aunque, por supuesto, hay que señalar que el riesgo general de enfermedades del corazón o de muerte prematura son relativamente bajos en una población tan joven, el hecho es 60 segundos más marcaba un cambio bastante sustancial.

Tal y como explicaron los autores del estudio, “de las 4.872 personas que participaron, 273 murieron, pero sólo el 4% fallecieron como consecuencia de un problema cardiovascular como un ataque al corazón”.

Un estudio único para echar a correr

Estos resultados arrojan nueva luz sobre la importancia de mantener unos hábitos de vida saludables para cuidar de nuestro corazón desde edades tempranas. Apenas unos segundos más de esfuerzo marcaron la diferencia, y eso que hablamos de veinteañeros que no se cortaron un pelo en salir de fiesta, dormir poco y estar tirados en el sofá consumiendo horas y horas de programación televisiva.

Esta nueva investigación es el primer estudio a gran escala para examinar la influencia del estilo de vida de las personas desde los 20 años en adelante. Los autores han demostrado la importancia de comenzar a practicar fitness cuanto antes, cuyos beneficios para la salud cardiovascular eran evidentes independientemente de otros factores como el peso o la genética. Estar en forma es importante para todos, no sólo para las personas que están tratando de perder o mantener el peso, y cuanto antes empecemos, mejor que mejor