Piensa en una mujer embarazada, ¿te la puedes imaginar corriendo, levantando pesas o haciendo esfuerzos físicos? Seguramente te resulte extraño porque, según los expertos, el embarazo en nuestra sociedad se relaciona con sedentarismo.

“El ser humano es el único animal que reduce su actividad física durante el embarazo por miedo a un parto prematuro o a problemas para el feto. Las leonas, por ejemplo, cazan hasta el último día. Tenemos que acabar con la creencia de que una mujer encinta está enferma, y normalizar la práctica deportiva durante la gestación”, así de contundente el profesor del departamento de Fisiología de la Universidad de Granada, Ángel Gutiérrez Sainz.

El profesor, junto  a científicos del grupo de investigación “Evaluación Funcional y Fisiología del Ejercicio” y “Aspectos avanzados en atención clínica a la mujer”, ha llevado a cabo un proyecto piloto de investigación cuyo objetivo ha sido demostrar “los enormes beneficios que tiene el ejercicio de alta intensidad durante el embarazo, tanto para el feto como para la madre”.

Para llevar a cabo este estudio los investigadores realizaron un seguimiento exhaustivo durante más de un año a una deportista, María Luisa Baena, quien tanto antes de quedarse embarazada como durante toda la gestación se sometió a entrenamiento deportivo de alta intensidad que incluyó disciplinas como atletismo, natación o ejercicios de musculación con pesas.

Una prueba durante la investigación

Así, la joven atleta, que llegó a ser campeona de Andalucía en 400 metros lisos, continuó entrenando hasta pocos días antes de dar a luz: corrió una media maratón (21,097 kilómetros) y se sometió a pruebas de alta intensidad, una de ellas de 10 kilómetros, incluso durante el tercer trimestre del embarazo.

¿El objetivo? Seguir disfrutando su pasión por el deporte y demostrar que la mujer embarazada puede seguir practicándolo sin que ello suponga un peligro ni para la madre ni para el feto.  “Su bebé nació a término, en la semana 40 de gestación, completamente sano, y hasta el último día María Luisa estuvo entrenando”, explica Gutiérrez Sainz.

Aunque se han hecho investigaciones similares en Estados Unidos o Australia, el trabajo realizado en la UGR “es el más completo que se ha llevado a cabo hasta la fecha en una mujer embarazada”, afirman desde el centro.

Con él, los investigadores pretenden desterrar el miedo que existe a practicar una actividad física durante el embarazo. “Una mujer sana sin patologías previas no sólo puede, sino que debe hacer ejercicio hasta el final del embarazo, salvo que un médico le indique lo contrario”, señala Gutiérrez Sainz.

“Lo que realmente es un problema es vivir un embarazo sedentario, pues puede condicionar negativamente el metabolismo del bebé, convirtiéndolo en obeso, y la salud de la madre, con enfermedades asociadas como la diabetes gestacional”, sentencia.

Pese a esa recomendación, no faltó quien durante su embarazo criticaba a la atleta por practicar deporte en su estado. De momento, ella sigue entrenando y su niño, que nació hace un par de meses con una talla mayor que la de su hermano, está sano.