Te saltas el ejercicio cuando estás cansada
Saltarte tu entrenamiento para ahorrar energía va en tu contra. En un estudio de la Universidad de Georgia, adultos sanos pero sedentarios que comenzaron un plan de entrenamiento suave tres veces por semana durante 20 minutos se sentían menos fatigados y con más energía después de 6 semanas. El ejercicio regular mejora la fuerza y la resistencia, hace más eficiente a tu sistema cardiovascular, y reparte mejor los nutrientes a tus tejidos. Así que la próxima vez que te vayas a quedar en el sofá prueba a salir aunque sea a dar un paseo.
No bebes suficiente agua
Estar aunque sea ligeramente deshidratada requiere bastante energía por parte de nuestro cuerpo. La deshidratación provoca una reducción del volumen de sangre, lo que hace que la sangre sea más sólida y densa. Esto hace que tu corazón sea menos eficiente, reduciendo la velocidad a la que el oxígeno llega a los músculos y órganos.
No tomas suficiente hierro
Un déficit de hierro puede dejarte exhausta, irascible, débil e incapaz para concentrarte. Te sientes así porque hay menos oxígeno que viaje hacia los músculos y las células. De modo que debes aumentar la ingesta de hierro para reducir el riesgo de padecer anemia comiendo alubias, tofu, huevos (con yema incluida), verduras de hojas verde oscuro, nueces, y crema de cacahuete. Para hacer estos alimentos más eficaces debes complementarlo con comida rica en vitamina C.
Te saltas el desayuno
Como siempre digo, la comida es nuestra gasolina, y cuando dormimos, nuestro organismo sigue usando la energía de lo que hemos cenado. Por esa razón, cuando nos despertamos debemos recargar la energía que hemos gastado mientras dormíamos. Si nos saltamos esta comida no tendremos la suficiente energía para afrontar el día. Incluso si lo que quieres es adelgazar, un buen desayuno hace que tu metabolismo empiece a trabajar mucho antes. Vamos a ver algún desayuno ejemplar para tener un día repleto de energía: Copos de avena con leche y nueces, un batido de frutas, o huevos revueltos con dos tostadas con queso fresco.
Demasiada comida basura
Este tipo de comida viene repleta de azúcares e hidratos de carbono simples de índice glucémico muy alto. Esto quiere decir que en cuanto comemos estos alimentos, el azúcar va directamente a la sangre en muy poco tiempo. Cuando nuestra sangre se sobrecarga de azúcar, la insulina la vacía y la almacena. Si vivimos rodeados de estos alimentos, los picos de glucosa seguidos de la bajada de azúcar causan fatiga a lo largo del día. Mantén tus niveles de azúcar equilibrados tomando proteína con alimentos integrales. Prueba el pollo (la mejor opción es a la plancha), arroz integral, salmón, o ensalada de pollo y fruta.
Tu lugar de trabajo está desordenado
Una mesa patas arriba te estresa, hace más difícil que te puedas concentrar, y limita la actividad de tu cerebro para procesar la información. Al final de cada día asegúrate de que toda la mesa queda ordenada para el día siguiente. Esto hará que tengas un comienzo de día positivo. Si tu mesa necesita una total reorganización no te estreses y ve paso por paso. Comienza ordenando lo que se ve, lo que tienes junto al teclado o delante de la pantalla del ordenador. Al día siguiente puedes empezar con los cajones para acabar con los armarios.