“El ejercicio suele ser beneficioso para el desarrollo de los niños, pero existen algunos deportes entre los que se encuentra la gimnasia y sobre todo la gimnasia rítmica que se ha asociado con retraso del desarrollo y con talla baja final”, asegura la doctora María Jesús Ceñal, endocrina pediátrica en el Hospital Universitario de Móstoles, quien incide en que pueden existir diferentes motivos, pero entendiendo que ocurre cuando hay “un retraso en el desarrollo y se produce una alteración en la adquisición de masa ósea”.
Porque sí, el retraso en el desarrollo en plena adolescencia sí es frecuente entre los pequeños atletas. El ejercicio de alto rendimiento afecta directamente al inicio de la pubertad, y aunque su aparición depende de multitud de factores como los genéticos, nutricionales, hormonales y ambientales, está demostrado que el ejercicio intensivo puede alterar la función hipotalámico-hipofisaria, influyendo en la producción de los estrógenos.
Una alteración con consecuencias muy concretas como “una menor talla por disminución del brote puberal del crecimiento y una disminución en la adquisición de la masa ósea necesaria para la vida adulta, por la falta de estrógenos, aunque esto está compensado en muchos casos por el ejercicio que aumenta el depósito de calcio en los huesos”, avisa la doctora Ceñal.
Otro de los factores que afecta definitivamente a los jóvenes gimnastas es la alimentación. Las dietas de estos deportistas no siempre son las ideales para un correcto desarrollo, lo que se traduce en un impedimento para alcanzar la talla genética correspondiente.
“En el caso de los deportistas de élite podemos encontrar que, aunque no restrinjan el aporte de nutrientes, el aumento del gasto por el ejercicio es mayor y la nutrición resulta deficiente”, comenta la doctora.
Además, en los deportes que conllevan un componente estético como es la gimnasia rítmica, “las niñas tienden a restringir la dieta para mantener el peso requerido”, explica la endocrina, quien además recuerda que la composición corporal influye en el inicio de la pubertad siendo necesaria una cantidad mínima de tejido graso para que se inicie.
Este retraso suele darse más en mujeres que en varones, pues el ejercicio estresante o de alta intensidad afecta sobre todo a la producción de estrógenos. Se cree que las gimnastas de élite llevan dos años de retraso con respecto al resto de las chicas de su edad.
Una vez alcanzada la madurez también pueden continuar los problemas, pues “se ha descrito en los atletas de elite el Síndrome de la triada de la atleta femenina que se caracteriza por la aparición de Trastorno del comportamiento alimentario, como anorexia nerviosa o bulimia, amenorrea, que es la falta de reglas bien desde el principio o después de haberlas tenido, y osteoporosis, o falta de calcio en los huesos”, con lo que favorece el riesgo de fracturas, detalla la especialista.
Sin embargo, tampoco ocurre en todos los casos y, sin duda, los beneficios del deporte, independientemente de la intensidad, ganan en la balanza frente a los inconvenientes. Bajitos o altos, los deportistas ganan siempre en salud.