Se acerca el verano y tu operación bikini no solo ha fracasado por completo, además te has calzado unos cuantos kilos más de los que esperabas llevarte a la playa. ¿Y ahora qué? ¿Poner en marcha cualquier dieta milagro te ayudará a adelgazar a toda prisa? Probablemente sí, pero a tan corto plazo que al final recuperarás en poco tiempo el peso perdido y un poquito más, por si no fuese suficiente.
Sin embargo, la ciencia cree haber encontrado una receta ideal para que perdamos peso y, de paso, solucionemos nuestros problemas de pareja. ¿El truco? Mantenernos alejados de nuestros seres amados durante el tiempo necesario: nada más y nada menos que dos meses y medio.
El amor engorda
Se suele decir. Y bien sabes que desde que mantienes una relación las noches de cenas basura, los días de estar tirados sin hacer nada y los excesos en comidas grasas y calóricas son tan habituales como cogeros de la mano por el parque y daros un piquito de despedida.
La psicóloga Tanya Byron se planteó cómo afectaría a la salud física y psíquica de varias personas emparejadas que se habían metido demasiados kilos de más desde que ‘estaban enamorados’ si, de la noche a la mañana, se veían forzados a cortar de raíz con sus relaciones y, de paso, con esos hábitos de vida poco saludables que habían adquirido en su nidito de amor. Y los resultados fueron espectaculares.
Empalagosas y calóricas relaciones
Tras comprobar cómo influía en el metabolismo y estilo de vida de cuatro parejas el mantenerse separadas –sin dejarlo radicalmente, hablamos de un ‘descanso’–, Byron descubrió que su hipótesis funcionaba a las mil maravillas.
Tal y como demostraba su experimento, que ha sido publicado en la BBC bajo el título Lose Weight For Love (algo así como ‘Perder peso por amor’), a las personas les cuesta más abandonar hábitos alimenticios poco recomendables para perder peso, como comer dulces o carbohidratos, cuando quienes comparten su tiempo de ocio con ellos se dejan llevar por la gula y apelan a la idea de ‘vivir y compartir el momento, sin reglas’.
Separados para adelgazar
Son pocas las parejas que cocinen cada noche unas pocas espinacas o preparen una crema de verduras para comer juntos el domingo, así que la psicóloga pensó que lo mejor era mantenerles separados de su gran debilidad: lo que su ser amado se llevaba a la boca, sin pensar jamás en la cantidad de grasas y calorías.
Durante 10 semanas los participantes, ya alejados de su adorable fuente de engorde, se sometieron a una dieta radical y a un programa intensivo de acondicionamiento físico. Exacto, todo lo que llevaban meses posponiendo a hacer con sus parejas.
Y ojo, porque no estamos hablando de dejar de comer juntos o apuntarse por separado al gimnasio. El experimento no les permitió ni vivir en la misma casa ni quedar para verse durante los dos meses y medio. Y ahí no queda la cosa: no podían llamarse por teléfono, enviarse un email o saber absolutamente nada el uno del otro.
“Las parejas sabotean si darse cuenta los intentos de sus compañeros para bajar de peso, poniendo en peligro tanto sus relaciones como su propia salud”, asegura Byron, quien insiste en que una separación forzosa consigue romper con los hábitos de vida poco saludables como ningún otro plan de adelgazamiento.
El problema, te lo puedes imaginar. Tal y como puede comprobarse en el documental, Parejas como Lisa y Steve, que pasaron de 140 y 112 kilos, respectivamente, a 124 y 99, o Celena y Peter, quienes perdieron 23 y 11 kilos durante las 10 semanas sin saber nada el uno del otro; volvieron a sus antiguos hábitos alimenticios y sedentarios cuando retomaron sus eternas lunas de miel, azúcar y grasas saturadas.