Cualquiera que lo haya experimentado habrá podido comprobar el contraste de sensaciones tan diferentes que existen cuando corres en una cinta encerrado entre cuatro paredes y sin ver la luz del día o hacerlo al aire libre.

Salvo que en la calle esté cayendo el diluvio universal o haga un frío polar, practicar running en esa máquina estática que parece diseñada por la mismísima Inquisición es lo más parecido a una sesión de tortura.

Salvando las distancias, te viene a la cabeza la imagen del pobre hámster corriendo como un desesperado en su rueda giratoria a sabiendas de que nunca va a llegar a ninguna parte. Aunque eso tampoco parece importarle demasiado. Puede pasarse horas y horas corriendo encerrado en su jaula circular. Y lo más curioso del asunto es que a pesar de hacer ejercicio en un continuo bucle, el pequeño roedor no da la impresión de aburrirse.

Sería fantástico que los runners pudiéramos parecernos un poco a estos súper ratones y así poder disfrutar cuando damos zancadas subidos en una cinta que gira a miles de revoluciones por minuto. Sin embargo, ocurre justamente lo contrario ¿Por qué a los humanos nos aburre y nos quema tanto correr en una máquina estática? La ciencia parece tener la respuesta a esta pregunta. Nuestro cerebro de homo sapiens parece no estar lo suficientemente evolucionado para correr encima de una cinta, pero sí para pensar e inventar nuevas fórmulas.

Para acabar con semejante monotonía y aburrimiento, una entrenadora estadounidense, llamada Debora Warner, ha tenido la brillante idea de empezar a impartir clases grupales en cintas de correr, replicando el modelo y la filosofía del spinning, una actividad física aeróbica practicada bajo techo que lleva tiempo en la cresta de la ola y con la que le gente parece disfrutar a raudales dando pedales con la musiquita a todo volumen y unos cambios de ritmos para quitar el hipo.

Así, echaba a andar Mile High Run Club, el primer centro de entrenamiento deportivo que ofrece a sus clientes clases colectivas para correr en cinta, imitando la dinámica del spinning. La duración de las sesiones oscila entre los 30, 45 o 60 minutos y en ellas se incluyen distintos ritmos, intervalos e inclinaciones. En función de la condición física y el aguante que tenga cada uno, puedes apuntarte a clases más cañeras o más lights. El cupo máximo es de una treintena de runners, debido a que éste es el número de máquinas estáticas disponibles por el momento.

La ideóloga de este sistema de entrenamiento en grupo defiende su modelo de negocio argumentando que es mucho más eficiente en comparación con el método tradicional, ya que se pueden introducir numerosas variables en cada sesión de running indoor con suma facilidad y además resulta mucho más motivador al tener compañeros de clase. ¡Quién lo iba a decir! A partir de ahora, correr en cinta puede llegar a ser hasta divertido.