A muchos corredores, por no decir la mayoría, nos ha pasado, de repente llega un momento en el que no disfrutamos cuando corremos ni tenemos ganas de correr. ¿Qué nos pasa? Desde mi experiencia personal creo que hay varios factores que pueden llevarte a este punto. Pero no te preocupes, no pasa nada, también hay soluciones para salir de este ‘bache’.

Razones por las que ya no disfrutas corriendo o simplemente no tienes ganas de correr hay muchas, quizás tantas como corredores existimos. Las que tengo más localizadas, bien por experiencia propia o por experiencia de amigos corredores son las siguientes.

Cansancio físico: Si, tan fácil como eso. Estás cansado y tu cuerpo ya no disfruta con algo que hace unos pocos días le hacía sentirse bien. Descansar, bajar el nivel de los entrenamientos o simplemente dejar de correr una temporada puede hacer que salgas de esta situación.

Cansancio psicológico: Estrés en el trabajo, en casa o problemas que se juntan y hacen que ni siquiera correr te haga estar mejor. No fuerces si no te apetece salir a entrenar, sal simplemente a correr, desconecta tu mente y conecta tu cuerpo con las sensaciones que te gustan cuando corres.

También puede suceder cuando enlazas varios objetivos deportivos seguidos y te auto exiges demasiado. Incluso hay bajones de motivación cuando has cumplido un objetivo por el que has estado ‘peleando’ un determinado tiempo. De nuevo el descanso. El saber darle al cuerpo y a la mente momentos de asueto entre objetivo y objetivo harán que vuelvas a la normalidad.

Te has quemado o estás a punto de hacerlo: Muchos entrenamientos exigentes seguidos. Mucho volumen y quizá demasiada calidad. Tú cuerpo te avisa, “si seguimos así vamos a 'petar'”. Si no le escuchas es más que probable que algo pase, y ese algo puede ser una lesión. Escucha a tu cuerpo. Esa falta de ganas puede deberse a que estás llegando a un punto peligroso.

Correr se convierte en una obligación: Está bien que tengamos unos objetivos, sean los que sean, pero eso no quiere decir que tengamos que alcanzarlos sea como sea. A veces hay que saber distinguir cuando lo que nos hace bien va en camino de convertirse en algo nocivo. Corre, sí, pero sobre todo porque te apetece.

Creo que casi todos los motivos por los que podemos perder las ganas de correr o simplemente dejar de disfrutar se resumen en una palabra: obsesión. Nos obsesionamos en algún punto y con alguna cosa. Y eso hace que perdamos la perspectiva y entremos en un bucle peligroso que nos puede llevar incluso a odiar calzarnos las zapatillas y salir a correr.

Hay que buscar el equilibrio. Entre objetivos, entrenamientos, exigencia de marcas o distancias a batir, también tiene que haber tiempo para correr simplemente por el hecho de correr.

Dejarse el reloj en casa, o quedar con amigos y correr con ellos, buscar y experimentar nuevas rutas o terrenos por los que correr, descansar un poco más de lo que lo hacemos, practicar otros deportes, salir a tomar algo... hay tantas cosas que no son correr y que también nos hacen bien, que no podemos dejar que una parte de nuestra vida nos absorba de tal manera que haga que nos sintamos mal.

Así que no olvides, si no recuerdas hace cuanto no te diviertes cuando sales a correr, es que estás en el mal camino. Párate, piensa y acuérdate de lo que has leído un poco más arriba, seguro que encontrarás el camino.