En ocasiones tenemos tantas cosas que hacer que nos sentimos agobiados y, en consecuencia, descuidamos nuestra alimentación, dormimos menos y no somos capaces de sacar ni un rato para ir a entrenar porque, literalmente, no tenemos tiempo para nada. Situaciones límite en las que inevitablemente te sientes agotado y terminas por no hacer nada a derechas.

Pero, ¿qué pasa cuando estás hecho polvo, aunque descanses bien, no te sientes en absoluto estresado, hagas ejercicio prácticamente a diario y mantengas una dieta equilibrada? Probablemente el fallo resida precisamente en este último punto, aseguran los expertos.

Lo que te faltaba

Haces ejercicio y crees que comes correctamente, al menos tres veces al día y procurando optar por alimentos bajos en calorías y grasas pero que sean saciantes para evitar picar entre horas. Vamos, que en esto de la dieta saludable te las sabes todas.

¿De verdad? Puede que te equivoques porque según demostró un curioso estudio elaborado por un equipo médico de la Universidad Queen Margaret de Edimburgo, a tus menús les falta algo fundamental. Y es precisamente el ingrediente que te ayudaría a no sentirte cansado.

Tras pedirle a un grupo de voluntarios que realizasen un sencillo ciclo de ejercicios durante 20 minutos, los investigadores recetaron a los participantes dos pastillas diferentes que tendrían que tomar a diario durante dos semanas: placebos de un lado y vitamina D para la otra mitad.

Pasados los 15 días se les pidió que repitiesen el ejercicio y, he aquí la sorpresa, quienes tomaron el complemento vitamínico fueron capaces de alargar el ciclo y les costó mucho menos esfuerzo. Increíblemente, también encontraron que sus niveles de cortisol –la terrible hormona del estrés también responsable de subir la presión arterial– habían disminuido radicalmente.

Los reyes de estar todo el día vagueando, ¿les faltará vitamina D?

Low battery

Casi siempre hablan de la importancia de la C, pero la siguiente en orden alfabético tiende a ser la gran olvidada por los agotados consumidores. Sin embargo, resulta que es precisamente la vitamina D la encargada de darnos un aporte extra de energía y disminuir la presión arterial, una de las grandes responsables de que sintamos un cansancio inexplicable y nuestra resistencia física roce unos mínimos impropios para nuestra edad.

Entre otras cosas, mantener unos niveles adecuados de vitamina D es esencial en el proceso de absorción del calcio, lo que explica que su escasez se traduzca en dolor de piernas y articulaciones. ¿Que no te puedes ni mover aun habiendo dormido como un angelito? Ya tienes la explicación.

Sol, solito, caliéntame un poquito

La deficiencia de vitamina D es un fenómeno contemporáneo derivado, según advierten los investigadores, de la cada vez más común huida de la exposición al sol. Cierto que el cáncer de piel es uno de los problemas médicos con mayores afectados, pero la forma más fácil de nutrirnos de esta vitamina esencial es a través de los rayos ultravioletas.

“Irónicamente, en un intento por evitar los daños solares, causa que contribuye tanto al cáncer de piel como al envejecimiento prematuro, muchas personas no reciben la suficiente luz solar y tienen los niveles de vitamina D bajo mínimos”, asegura Emad Al-Dujaili, autor principal del estudio.

Que no falte en tu dieta

Quizás te sientas alarmado tras leer estas líneas y, dado que no piensas quemarte bajo el sol, estés tratando de recordar si hay algún alimento que contenga grandes cantidades de la probablemente escasa en tu organismo vitamina D. Aquí tienes seis bien asequibles que deberían empezar a formar parte de tu menú.

1.- Sardinas de lata

2.- Ostras (cierto, este se nos puede escapar más de presupuesto)

3.- Atún

4.- Salami, jamón y otros embutidos

5.- Huevos

6.- Setas

¿Y si los tomas en una terraza? Cúbrete bien de protección solar y no le tengas tanto miedo a esa calurosa fuente de vitamina D. Notarás cómo acabas con el inexplicable cansancio en muy poco tiempo.