Hoy en día no somos nadie sin la tecnología, y nos resulta útil para todo: desde buscar una receta hasta tranquilizar a nuestra madre con un emoticono sonriente o, tema que nos ocupa, medir nuestro rendimiento físico con exactitud.

Quizás seas de los que te guste medir la efectividad de tus entrenamientos en base a si te cabe o no aquel pantalón vaquero de hace dos temporadas, pero la inmensa mayoría prefieren dejarse guiar por lo que indican las pantallas de las máquinas del gimnasio o, mejor aún, sus relojes pulsera Fibit con los que pueden saber cuántos pasos han dado en el día, si sus pulsaciones se les han ido de las manos en algún momento o la cantidad exacta de calorías que han perdido a lo largo de la jornada.

Fantástico para los runners o para aquellos que aún desconfían de estar haciendo verdaderamente ejercicio cuando practican pilates. Pero no sólo para ellos. Si hay un deporte que cuenta con más seguidores en el mundo este es el sexo, y a sus atletas les gusta saber cuánto han rendido en su entrenamiento.

Ya que llevo la pulsera puesta…

Probablemente algo así pensaron los propietarios de la famosa pulsera Fitbit cuando optaron por utilizarla como medidor de su rendimiento sexual, y no fueron pocos. Según una encuesta realizada a cerca de 1.000 usuarios, más del 30% reconocieron haber utilizado el medidor de ritmo cardíaco en la cama.

Lo curioso es que la inmensa mayoría de ellos, alrededor del 90%, confesaron que en ningún caso les dijeron nada a sus parejas. ¿Miedo a que no les hiciese gracia estar supervisados en sus sesiones cardio-carnales, o quizás tensión porque su llegada a la meta no estuviese a la altura?

“La gente está utilizando la tecnología portátil para controlar la cantidad de pasos que caminan o las calorías quemadas durante el entrenamiento, así que no es demasiado raro que también tengan curiosidad por medir su desempeño entre las sábanas”, explicaba en The Mirror Mark Kelly, responsable de la mencionada encuesta.

El sexo: un deporte de lo más completo

Las calorías quemadas durante el sexo son tan válidas como las que se gastan en el gimnasio, y lo mismo piensa el 79% de los encuestados para quienes las relaciones sexuales son consideradas una forma más de ejercicio. De hecho, para un importante porcentaje de los varones preguntados, “hacer el amor era una forma improvisada de realizar una sesión de aeróbic erótico”.

Y no les falta razón. Se calcula que en una sesión de veinte minutos nos podemos deshacer de unas 100 calorías dependiendo de la actividad concreta que se realice –por ejemplo, los expertos en sexología han estimado que se puede perder la misma cantidad de grasa practicando sexo oral que caminando durante 35 minutos o en 15 minutos de remo– y la vigorosidad que tengamos en la cama, claro.

Tampoco nos vengamos arriba que para que la pulsera dé unos resultados óptimos tiene que medir ‘actividades deportivas’ equivalentes a la quema de calorías que consumimos a diario. Un supuesto: para eliminar las adquiridas por una lata de coca cola (cerca de 139 calorías) hacen falta 45 minutos de ejercicio y algo más de una hora para quemar una chocolatina.

¿Placer compartido?

Lo que está claro es que se están convirtiendo en un nuevo fetiche sexual ya que, un poco despreciable 9% de los amantes de Fitbit, admitieron que desde que utilizan las pulseras disfrutan de sesiones de sexo más largas que sus entrenamientos.

Además, otra de las ventajas que encuentran en utilizar la pulsera para la medición sexual, es que pueden estar seguros de si la otra parte también se ha esforzado al máximo en el acto. De hecho, muchos de los participantes aseguraron que los resultados que veían en pantalla les ayudaban a sentirse más satisfechos con su tarea siendo incluso un instrumento “tranquilizador” para muchos. “Aunque dure ocho minutos me hace sentir bien conmigo mismo”, comentaba uno de los encuestados