Comparten los aficionados al baile y la ciencia la certeza de que esta actividad física estimula la serotonina y las endorfinas, y aumenta la sensación de felicidad y bienestar. Hemos hablado en varios artículos de los beneficios físicos y mentales del baile, pero si hay otra parcela que se ve claramente beneficiada por el baile es la sexual.

Según la sexóloga Silvia Carpallo, “siempre se ha dicho que las mujeres nos fijamos en un hombre cuando baila, y es totalmente cierto. Al igual que en otras especies, hay ciertos ritos de cortejo: en las personas, ver cómo se maneja en la pista de baile nuestra posible pareja sexual nos permite imaginar que se mueve igual de bien en otros aspectos. En realidad no es que exista una relación directa, pero nuestro subconsciente sí se siente atraído por las personas que bailan mejor”.

Se habla mucho de la química del baile y de la química sexual que, según explica la sexóloga, tiene que ver con que “ciertas actividades provocan que nuestro cerebro genere una serie de endorfinas, que ayudan a nuestra sensación de bienestar: escuchar música, pintar, bailar y, por supuesto, tener relaciones sexuales. Tanto practicar sexo como salir a bailar nos ayudan a sentirnos bien, y de hecho una puede ir seguida de la otra”.

Personas vergonzosas o con tabúes

Bailar puede mejorar la vida sexual de cualquiera, sea cual sea el problema que sufra. Para personas solteras, supone una forma sencilla de socializar y conocer gente nueva. Ayuda a los más tímidos a acortar distancias, pues el contacto obligado de los cuerpos permite generar una confianza que en otros ámbitos lleva mucho más tiempo conseguir.

Como explica Carpallo, “hay personas que pueden subirse a un escenario y preparar una coreografía delante de un gran público pero que, en cambio, son incapaces de iniciar una conversación en un grupo de amigos. Bailar es en parte como actuar: nos metemos en nuestro papel, en nuestra burbuja, y dejamos que sea nuestro cuerpo, y no tanto nuestra cabeza, la que actúe. Por eso, si somos tímidos, puede ser una buena terapia de choque que nos ayude a liberarnos, y poco a poco, superar nuestra vergüenza”.

Miedo al fracaso

Como ya hemos comentado otras veces, bailar aumenta la confianza y mejora la autoestima, lo que nos convierte en personas extrovertidas, proactivas y desenvueltas. Ante esas cualidades, pocos se resisten.

Carpallo asegura que “las personas que bailan bien, por norma general, suelen ser personas que se muestran más seguras de sí mismas, que son conscientes de su cuerpo, que suelen coordinarse con su pareja y están atentos a sus gestos y necesidades, que tienen cierta preparación y aguante físico y que además suelen ponerle entusiasmon no sólo al baile, sino también a otros aspectos de la vida”.

Rutina en la pareja

Bailando los cuerpos demuestran estar vivos y eso los convierte en doblemente atractivos, pues desarrollamos una comunicación no verbal que resulta excitante. Para personas con falta de apetito sexual o parejas con problemas de rutina, bailar puede ser la actividad perfecta para reconciliarse con su sexualidad.

“Salir de la rutina y hacer algo diferente ayuda a motivar nuestro deseo, pero si además buscamos una actividad para realizar juntos, que incluya trabajar con nuestro cuerpo y que provoque cercanía entre nosotros, seguro que nos ayuda a despertar esa ‘chispa’. Todo ello, siempre y cuando nos tomemos esta actividad como ocio, como un momento divertido juntos, puesto que  lo contrario podría ser motivo de peleas entre la pareja”, señala Carpallo.