De un tiempo a esta parte el Afrohuse y el Kuduro se han ido instalando en Europa debido, en parte, al auge de ritmos como la kizomba o la semba. Los bailes callejeros de origen africano se han popularizado en congresos y sesiones de kizomba para animar a los asistentes.
A pesar de tener su epicentro en Angola y África del Sur, cada vez es más fácil encontrar talleres temáticos en España con iconos con Blaya o Janca J.
Pon a tono tu cuerpo y deja la vergüenza a un lado porque toca improvisar…
Agujetas garantizadas
Si algo caracteriza el Afrohouse y al Kuduro es la cantidad ilimitada de movimientos que se pueden llegar a realizar en una sola canción. El Afrohouse es más melódico y se suele bailar con menos pasos y a un ritmo más pausado, al contrario que el Kuduro, que tiene ritmo vertiginoso y movimientos rápidos de pies y brazos.
Aunque su origen es callejero y no existían coreografías, al incluirlos como disciplinas en clases y congresos se le han puesto nombre a los pasos y se han diseñado secuencias para enseñar a los alumnos.
Piernas de infarto
Además del trabajo aeróbico, ambos se caracterizan por trabajar todo el cuerpo, aunque la fuerza y el secreto está en las piernas.
Su movimiento es constante y, aunque parece que en cualquier momento van a perder el equilibrio, o incluso se van a caer, la clave está en disociar y quebrar hasta el límite, sin perder el control del tren inferior.
Los brazos también juegan su papel, con un movimiento de codos complejo y combinaciones piernas-brazos que pueden parecer imposibles de coordinar.
Adiós vergüenza
Otro secreto del Afrohouse y el Kuduro es la actitud. Aficionados y profesores confiesan que hay que perder la vergüenza porque el truco está en ser espontáneo y permitirse hacer movimientos y gestos que puedan parecerte incluso ridículos o chistosos.
La originalidad de cada bailarín a la hora de interpretar la música dependerá de su personalidad y de su capacidad para crear movimientos únicos.
Sin duda tanto el Kuduro como el Afrohouse son dos buenas opciones para trabajar todo el cuerpo y quemar un buen puñado de calorías en cada canción.