La kizomba es un ritmo procedente de África que en los últimos años se ha puesto de moda. Su cadencia lenta, una base marcada y una forma de bailar en pareja muy sensual son los secretos de una disciplina de baile que para algunos es casi un estilo de vida. Lejos de conocer la filosofía que esconde, son muchos los que piensan que sirve únicamente para restregarse y bailar sin que corra el aire. Cambiar ese pensamiento es tan fácil como observar de cerca el ambiente kizombero.

Más allá de lo físico
Los seguidores de la kizomba suelen ofenderse cuando desconocedores del ritmo y su cultura aseguran que sólo sirve para restregarse. El objetivo de este baile va mucho más allá del roce de los cuerpos… no se escoge a la pareja por motivos de sexo, raza o edad, sino por el feeling que despierta bailando y buena prueba de lo poco que importa el físico es que la mayoría de las veces se baila con los ojos cerrados para sentir mejor la música.

Juntos, pero no revueltos
Si bien es cierto que las distancias bailando kizomba son cortas, el abrazo, que es el nombre que recibe la forma de coger e indicar a la pareja, puede ser más abierto o más cerrado dependiendo del país donde se baile… Angola, Cabo Verde, Francia o Portugal utilizan abrazos diferentes aunque el fin de todos ellos es que haya la proximidad necesaria para poder indicar bien los pasos a la pareja. Esa cercanía hace que para muchos la kizomba sea un ritmo mágico y casi terapéutico.

Conexión artística, no sexual
Los locales donde se baila kizomba están libres de normas y convencionalismos… si una pareja conecta bailando y disfruta de la música puede repetir uno, dos o diez temas con esa persona sin que nadie lo critique porque el fin no suele ser sexual, sino pura conexión artística. No hay demostraciones de técnica, ni de repertorio de figuras, porque el principal objetivo es escuchar la música y hacer sentir cada nota en el cuerpo de la pareja el tiempo que compartan pista.

Sentimiento e interpretación
Los que se acercan al mundo de la kizomba, y por extensión a la cultura africana, quieren entender de dónde viene, qué expresa y profundizan en los distintos ritmos y formas de bailar. Es por ello que hoy en día también hay clases de semba, kuduro, afrohouse o tarraxinha… Incluso en las disciplinas donde los movimientos son más próximos y entran el juego las caderas de la chica, como la tarraxa, la intención siempre es interpretar la música sintiéndola en el cuerpo.