Imagina una ciudad pensada para ciclistas y peatones, en la que se incentiven los desplazamientos en bici desde la más tierna infancia y en la desplazarse en coche esté hasta casi mal visto. La buena noticia es que esa localidad existe, la mala es que no está en España.
Como no podía ser de otra manera, este “paraíso de las dos ruedas” se encuentra en Dinamarca y se llama Odense: con 200.000 habitantes es la tercera ciudad danesa, cuenta con 545 kilómetros de carriles bici y 1000 kilómetros de calles.
Para aquellos que piensen que cuando se cuentan con las infraestructuras adecuadas todo es mucho más fácil, hay que señalar, tal y como recoge The Guardian, que la ciudad no siempre fue así, como otras localidades europeas de los 60, en pleno boom económico, Odense era un centro industrial pensado para que los automóviles tomasen las calles.
Sin embargo, todo cambió cuando a principios del milenio el ayuntamiento decidió poner en práctica cánones ecosostenibles. Para ello, se impuso como objetivo hacer crecer el número de ciclistas en un 20% y reducir en un 20% el número de accidentes en los que había una bicicleta implicada.
De este modo, las dos ruedas han jugado un papel fundamental en la remodelación del tejido urbano, lo que ha permitido que hoy Odense sea considerada como la ciudad europea con mejores condiciones de habitabilidad.
¿Pero cómo conseguir crear esa conciencia de la bicicleta en la ciudad? Fácil, “atacando” desde la más tierna infancia. Así, entre las estrategias que se pusieron en marcha se encontraba la de animar a que desde los cincos años los niños acudiesen al colegio en bicicleta, de hecho, está mal que visto que sus padres les acerquen en coche.
Así, cuatro de cada cinco benjamines (el 81% para ser precisos) llegan a clase a base de pedalear. Eso sí, para poder hacerlo los escolares reciben clases sobre educación vial y sobre las rutas que deben tomar dentro de la ciudad. Además, una simpática mascota llamada Cycling Anton recorre las calles sobre las dos ruedas dando pegatinas y abrazos a los más pequeños.
Por si esto fuera poco, en 2013 se puso en marcha un programa llamado CycleScore, que utiliza puntos de control electrónico para premiar a aquellos estudiantes que pasan por estos sobre sus velocípedos. Gracias a ello pueden ganar accesorios para la bicicleta, camisetas, etc.
Todo ello ha hecho de Odense un ejemplo claro de cómo una ciudad puede evolucionar para ponerse al servicio de los peatones y las dos ruedas, y no de los automóviles. ¿Tomaremos ejemplo?