El pasado 7 de mayo, numerosos barrios de Madrid como Chamberí, Justicia o Salamanca, aparecían buzoneados con unos panfletos en los que se defendía la no segregación de los ciclistas en carriles bici, y mostraba los peligros que podía suponer este tipo de vías tanto para los ciclistas como para peatones y conductores.

Este flyer era tan solo la punta de un iceberg que se sumerge de manera profunda en la propia concepción de los carriles bici madrileños, y abre el debate sobre la conveniencia o no de llevar a cabo este tipo de vías ciclistas en una ciudad como Madrid.

Recientemente, el Ayuntamiento ha realizado las obras para la remodelación de calles como Santa Engracia, donde se ha instalado uno de los carriles bici objeto de la polémica. Su ubicación es a la izquierda del sentido de la circulación de los coches, y es bidireccional, lo que, a priori, puede provocar accidentes entre los propios ciclistas.

El problema de la instalación de este tipo de carril bici viene de lejos: “En Madrid se apostó porque las bicicletas compartieran carril con los coches, en un experimento que se llamó Ciclocarril 30. En aquel momento a todos nos pareció una chapuza, pero la experiencia ha sido muy buena porque se ha ganado mucha legitimidad para la bici como un vehículo más circulando en cualquier calle junto con los coches”, explica Luis Ovalle, portavoz de la asociación Madrid Ciclista, contraria a los carriles bici construidos recientemente.

Según esta asociación, constituida hace tan solo un año y medio, todo esto comenzó porque “Botella se encontró de casualidad que había hecho varias medidas buenas para los ciclistas, y ahora, con el nuevo gobierno municipal, han desempolvado a una serie de funcionarios en el Ayuntamiento que, con ideas de hace 20 años, se ponen a lanzar proyectos para las bicis”.

Además, este tipo de vías urbanas para los ciclistas, supone, a juicio de Ovalle, una falta de miras al futuro por parte de las autoridades locales: “Al final, el carril bici como tal es arrinconar a las bicis a la derecha, y si en el futuro hay muchas bicis, no entrarán todas, como está pasando en otras ciudades europeas donde están revirtiendo los carriles bici por la saturados que se encuentran”.

Para concienciar a la población de esta idea que, como admiten, les cuesta hacer que se conozca, Madrid Ciclista imprimió y repartió 45.000 flyers “pagados de su bolsillo y a través de una campaña de crowdfunding”, según Ovalle. También hubo polémica en las redes sociales, donde una de las asociaciones de movilidad mayoritarias, EcoMovilidad, les dedicó indirectamente este tuit: “Nos informan que un grupo anti-ciclista está buzoneando panfletos catastrofistas contra los nuevos carriles bici de Madrid. Muy triste”.

Uno de los portavoces de EcoMovilidad, Adrián Fernández, aclara la postura de su asociación: “En función de las características de las calles hay algunas en las que es recomendable hacer un carril bici y en otras que no. Nuestra postura es mixta: ni sí, ni no”.

Para Fernández, lo que no era viable actualmente era “seguir utilizando el modelo de bicicletas circulando por, prácticamente, autovías urbanas, donde el tráfico era muy rápido o muy agresivo y no invitaba a utilizar la bicicleta. Por un simple reparto del espacio sí que eran necesarios los nuevos carriles bici. La disposición elegida puede ser más o menos discutible, pero hay que ver cómo se comportan y qué resultados tienen”, afirma.

Respecto a la polémica y a la acción que ha llevado a cabo Madrid Ciclista, el portavoz de EcoMovilidad no cree que esto sea positivo para el ámbito ciclista. “Perjudica la calidad del debate, porque se está perdiendo tiempo y recursos por estas discusiones. Echo de menos las manifestaciones y comunicados que hacíamos todos los ciclistas unidos. Ahora hay una división interna en la que no ganamos ninguno”, concluye.

Además de EcoMovilidad, 23 asociaciones relacionadas con la bicicleta firmaron un manifiesto en el que consideraban imprescindible "tanto la construcción de infraestructuras ciclistas propias, incluyendo viales exclusivos que discurran por el espacio que actualmente ocupan casi en su integridad los coches, como políticas de calmado y reducción del tráfico motorizado".

La división de los ciclistas está en la calle o, mejor dicho, en el carril bici.