Resulta que han inventado el primer “ascensor” para bicis, o mejor dicho, para ciclistas un poco flojos. El caso es que este invento llegó al mundo en los años 90 cuando un trabajador, Jarle Wanvik, cogía la bici todos los días y llegaba a su puesto algo sudoroso (porque aún no estábamos nosotros para darle unos cuantos consejos al respecto).

Cansado de llegar hecho una sopa al trabajo, decidió poner fin a sus días de esfuerzos sobre las dos ruedas e inventó lo que él bautizó como Trampe Lift. Ahora le han dado una vuelta de tuerca y mejorado su sistema para adaptarlo a los nuevos tiempos. Ahora se llama Cyclocable y ya ha ayudado a cerca de 200.000 ciclistas a subir las pendientes de la ciudad.

El funcionamiento no puede ser más sencillo. El ciclista debe colocarse cerca de un raíl –a unos diez centímetros- situado a lo largo de la pendiente, coloca el pie sobre una pequeña plataforma inclinada y se deja impulsar por ella a una velocidad de ocho kilómetros por hora.

Ascensor para bicis de Trodheim

La única complicación que se te puede presentar es mantener el equilibrio, pero hasta ahora, como sus propios creadores aseguran, no ha habido ningún accidente, así que no creemos que sea muy difícil usarlo.

De todas formas, no te preocupes, si te topas con uno de estos ascensores hay un manual de instrucciones al inicio de la cuesta para que no te líes.

El sistema cuenta con un motor eléctrico de 5,5 kw que mueve un cable semisubterráneo al que van acoplados los pedales donde los ciclistas deben apoyar el pie.

Este ascensor está adaptado para que puedan usarlo hasta cinco personas al mismo tiempo, por lo que pueden utilizarlo cinco ciclistas simultáneamente, o personas con carritos de bebés, niños en patinetes… En definitiva cualquiera que lleve ruedas, eso sí, con cierta distancia de seguridad.

Ruedas y la cartera, porque este servicio de ascensor no es gratis, qué te vas a pensar tú que esto es una ong. En el caso de la ciudad noruega, has de tener un abono que cuesta unos 12 euros para poder usarlo.

Por el momento, el modelo de la ciudad nórdica tiene una pendiente de unos 20 grados, una longitud de 130 metros y su instalación cuesta entre 2.000 y 3.000 euros el metro. Así que antes de pedirlo en tu ayuntamiento, asegúrate de que este tiene un buen superávit y de que sois muchos en el censo de ciclistas flojunos.