Imagínate por un momento que haces todos los días 200 kilómetros encima de la bicicleta y que, al llegar a meta, te recogen, te llevan a un box dentro del autobús del equipo o del hotel de concentración y te empiezan a masajear para descargar la fatiga de tus piernas.
A priori todo suena bien (excepto los 200 kilómetros si no estás acostumbrado, claro).
Sin embargo, te encuentras con un pequeño inconveniente.
El fisioterapeuta te hace daño, y no en los músculos precisamente.
Ésta es una de las razones por las cuales van depilados.
Los masajes son mucho más fáciles de dar.
Y, además de manera más eficaz, ya que las cremas que aplican los fisios están en contacto directo con la piel, sin intermediarios con los pelos que, lo único que provocan, es ralentizar el proceso de absorción y crear grumos.
La depilación en los ciclistas también suma otra explicación, esta vez de carácter sanitaria.
Son frecuentes, y lo hemos visto en multitud de ocasiones, las caídas en la carretera.
Por donde han pasado miles de coches, las piernas y la sangre del corredor entran en contacto con el asfalto.
Las curas tienen que ser inmediatas -e in situ- para no perder de vista al pelotón, por lo que llevar unas piernas depiladas facilita enormemente la labor de los médicos, para aplicar los desinfectantes e instalar los apósitos para cerrar la herida.
El último de los motivos, aunque no por ello menos importante, es un tema de velocidad. Aunque sea una ventaja que, prácticamente, no tenga consecuencias en una carrera real, llevar las piernas depiladas hace que los ciclistas ganen en aerodinamismo.