El derecho a voto o el acceso al mercado laboral son algunos de los hitos que se marcan como relevantes en la liberación de la mujer. Sin embargo, puede que te sorprenda saber que un elemento tan cotidiano como la bicicleta también tuvo algo que ver.

Para descubrirlo hay que remontarse a la segunda mitad del siglo XIX, momento en el que medio mundo se encontraba bajo el dominio de la Reina Victoria, quien pese ser mujer, no tenía ningún tipo de condescendencia con su género. De hecho, las féminas eran consideradas una propiedad más del marido, sin apenas derechos.

Estamos en plena Revolución Industrial, la clase media comienza a tener acceso a una serie de lujos como el croquet, las actividades acuáticas y… ¡la bicicleta!

Y no sólo los hombre sucumbieron a la fiebre del pedal, también hubo algunas intrépidas mujeres que se lanzaron a pilotar esos artilugios que para muchos eran auténticas “máquinas del diablo”. Así, varias mujeres se decidieron a subirse sobre las dos ruedas y conseguir lo que hasta ese momento se les había negado: la libertad de movimientos.

De este modo, las mujeres que decidieron ponerse a pedalear consiguieron ampliar sus horizontes más allá de los barrios en que vivían y les hizo descubrir una libertad de la que había carecido, gracias también, todo hay que decirlo, a que consiguieron desahacerse de ese atuendo encorsetado y cambiarlo por otro que les permitiese moverse con mayor soltura.

Es en este contexto, en 1897, es cuando se publica “Damas en Bicicleta, cómo vestir y normas de comportamiento”. Un libro en el que F. J. Erskine, experta confesa en el manejo del velocípedo, guía a la mujer aconsejándola sobre todo tipo de cuestiones: no sólo la vestimenta, sino también la correcta alimentación para no sucumbir al agotamiento tras una larga jornada sobre dos ruedas; trucos de mecánica para poder reparar la bicicleta en caso de avería súbita; comportamiento ante eventualidades como un repentino encuentro con un mendigo, cruces peligrosos y vecinos poco amigables…

En la época, no existía un protocolo sobre cómo montar en bicicleta “como una dama”, y es precisamente ahí donde reside la utilidad de este manual y lo que a ojos de hoy lo hace más atractivo. El libro ha sido editado ahora en España por la editorial Impedimenta, que lo recupera en una cuidada edición en la que los amantes de la bicicleta podrán descubrir el pasado y los pudores que despertaban las dos ruedas, lo que inevitablemente les llevará a soltar más de una carcajada.

Utilizar ropa interior de lana, comprar  un buen freno de mano, evitar las calles abarrotadas de la ciudad, mantener la bicicleta limpia y cuidada o cómo actuar ante un chaparrón, son algunos de los aspectos que podremos descubrir en esta pequeña pieza literaria. Tras pasar por sus páginas, te garantizamos que la próxima vez que vuelvas a coger la bici no será lo mismo.