Matemáticas, Lengua, Bicicleta, Química, Historia…  En esta enumeración es fácil encontrar la materia “intrusa”, a no ser que seas un estudiante de un colegio público de Washington, donde dentro del currículum académico se ha incluido también la asignatura de “Ciclismo”.

La capital de EEUU ha lanzado un programa educativo pionero en el país que enseña a los alumnos de las escuelas públicas a circular por las calles en bicicleta, a respetar las normas de circulación, e incluso, a repararla en caso de avería. Pero la cosa no acaba ahí, ya que en el resto de materias se saca partido a la movilidad que aportan las dos ruedas. Así que… ¿qué mejor que dar una clase de Historia frente a la plaza del Capitolio o estudiar las clases de plantas en el jardín botánico?

Por si esto fuera poco, el programa, que ha sido bautizado con el nombre de Cornerstones (piedras angulares), persigue el objetivo de luchar contra la gran desigualdad entre los niños de los diferentes colegios ante la diversidad de barrios de la ciudad. ¿Cómo? Utilizando la bicicleta como nexo de unión entre las zonas más enriquecidas y las más desfavorecidas.

Esa desigualdad se aprecia especialmente en el hecho de que, en algunos puntos de la ciudad, son muchos los niños que ni siquiera saben montar en bicicleta, hasta un 60%, según señala a la web Bicycling, Miriam Kenyon, directora de salud y educación física de las escuelas públicas en la ciudad.

Y es que, aunque montar en bici ya estaba incluido dentro de la asignatura de Educación Física, desde el área de trabajo de Kenyon pudieron comprobar como un alto porcentaje de los niños de quinto grado no tenían una experiencia real sobre las dos ruedas.

"El ciclismo construye independencia", afirma Kenyon. "Cuando yo era niña, tenía amigos en la escuela secundaria y preparatoria, y nos gustaba recorrer la ciudad en nuestra bici. Aquello suponía un modo de transporte y libertad, sin necesidad de depender de nuestros padres”.

El proyecto, que ha sido lanzado en las 79 escuelas públicas de la ciudad, ha sido financiado por fondos públicos y privados a partes iguales y pretende además instaurar la cultura de la bicicleta en las familias. “Cuenta con numerosos aspectos positivos”, asegura Kenyon, “por ejemplo, esperamos conseguir además que esos niños animen también a sus familiares a andar en bici y propongan actividades de ejercicio y ocio los fines de semana por la ciudad”.

Asimismo, la portavoz señala que ya están trabajando para conseguir los recursos necesarios para que aquellos estudiantes que deseen contar con una bicicleta y no tenga medios, puedan hacerse con una a un precio más bajo o gracias a una donación.

El proyecto puede ser la solución a largo plazo para combatir los problemas de movilidad a los que se enfrentan cada día las grandes ciudades. Y es que, ya lo decía Mandela: “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. Así que… Carmena, ¿te animas?