Si pensabas que ya lo habías visto todo sobre yoga y sus peculiares variantes… los británicos tienen algo que añadir: el ChromaYoga. Esta nueva moda, que se está extendiendo en Londres y podría no tardar en llegar a España, se basa en la cromoterapia o terapia de color, de escasa base científica pero con un añadido de belleza visual y fitness casi artístico que está causando furor entre los yoguis.

“Uno de los colores más comunes que afectan nuestras rutinas diarias es la luz azul. Los avances en la tecnología de los últimos 40 años han culminado en la sobreexposición a la luz azul a través de los dispositivos móviles, tablets, portátiles… Esta exposición prolongada a la luz azul suprime la producción de melatonina por la noche y puede provocar problemas emocionales y físicos. ChromaYoga aborda ese desequilibrio al saturar con los colores específicos de luz de efectos positivos”, plantea Nina Ryner, fundadora del estudio ChromaYoga de Londres. Con 10 años de experiencia en industrias creativas, danza, moda y cine, Ryner se ha inspirado en instalaciones artísticas interactivas -como las de James Turrell, Carlos Cruz-Díez y Olafur Eliasson- para diseñar su sala psicotrópica.

Clases temáticas, sonidos y aromas

Además de las clases de colores temáticos que buscan un efecto concreto relajante o energizante a través del Rojo, Rosa, Azul, Amarillo, Naranja o Multicromático, el ChromaYoga también presta atención al sonido y el aroma que impregna la sala.

“Inspirándonos en los tonos binaurales e isocrónicos [ilusión auditiva a partir de la emisión a frecuencias distintas y distinta longitud de onda por cada oído], cada clase va acompañada de una banda sonora especialmente diseñada para emular las frecuencias que emiten nuestros cerebros en diferentes estados de conciencia”, asegura el estudio. Sin embargo, tampoco existe evidencia científica que justifique esta peculiar sonorización de la sala.

El planteamiento meditativo-artístico llega a su extremo con las clases de “Ganzsound”, que lleva el concepto new age de colores, olores y sonidos a otra dimensión. Si alguien pensaba que se había apuntado a una sencilla clase de yoga de colorines se había equivocado.

“Inspirado en el "experimento Ganzfeld", una forma de privación sensorial que hace que el cerebro amplifique el ruido neuronal para buscar las señales sensoriales que le faltan, el componente visual de esta clase juega con conceptos de percepción del color, sueños lúcidos y sinestesia”. No tenemos por dónde coger esto, pero entendemos que entre los clientes hipsters del estudio se encuentren artistas, filósofos y estudiantes de cine.