Rigidez, dolor, inflamación... nuestras rodillas son las primeras en sufrir con los cambios climatológicos y los síntomas descritos anuncian las bajadas de temperatura. Son molestias, en ocasiones incapacitantes, que pueden afectar a cualquier, aunque exista algún grupo con más posibilidades que otros.

"Durante el clima frío, muchos individuos comienzan a sentir que sus rodillas se ponen rígidas, especialmente al levantarse de la cama o tras estar sentados un largo período de tiempo. Personas que no tienen este problema durante el año se encuentran con que lo tienen a bajas temperaturas. Es común que exista inflamación y, aunque no hay evidencia científica de las razones últimas, algunos investigadores creen que la presión atmosférica o la manera en que los receptores de presión del cuerpo o de las articulaciones reaccionan a la temperatura puede ser la causa", explica Manuel Villanueva, traumatólogo y director médico del Instituto Avanfi.

La buena noticia es que no siempre es una batalla perdida, podemos evitar que las bajas temperaturas hagan estragos en nuestras rodillas trabajando los 365 días del año para mantenerlas siempre sanas "con calor, pero también cuando se es deportista con una buena rutina de estiramiento y calentamiento", advierte el especialista, que recomienda tener en cuenta otros factores como la obesidad o el sedentarismo que suponen un riesgo extra.

Ante todo hay que procurar incorporar a nuestra rutina estiramientos y calentamiento. Si el dolor no cediera, ya sí deberíamos consultar con un especialista, pues el dolor en las articulaciones puede ser una señal que avisa de una posible artritis o artrosis.

Una alimentación equilibrada y variada es igualmente clave, siendo aconsejable "consumir un aporte suficiente de vitaminas esenciales para el cartílago y el hueso como son la C, la A, la K y el calcio que pueden preservar la salud de las rodillas. Pero también se necesitan alimentos ricos en zinc y magnesio porque contribuyen al mantenimiento de los huesos".

Ingerir suficiente líquido y mantenerse hidratados ayuda a la articulaciones y nos protege, de posibles lesiones por fatiga.

Estirar, comer, beber... y suplementos, muchos de ellos protegen el cartílago, siendo "los más importantes el sulfato de glucosamina y el sulfato de condroitina. La combinación de estos dos medicamentos en dosis máximas tiene un efecto beneficioso para la artrosis de rodilla igual que el de los fármacos antiinflamatorios de última generación", explica el experto.

Las infiltraciones de ortokine, ácido hialurónico, plasma rico en plaquetas o células madre también contribuyen favorablemente.

Aunque sin duda la mejor solución nos la da el deporte, endurecer cuádriceps, isquiotibales y gemelos las mantiene en forma, siendo la natación, la bicicleta o andar los ejercicios más recomendables.