Según los entrenadores que lo practican, se consiguen muy buenos resultados en cuanto a tonificación del tren inferior, es decir pantorrillas, muslos, y glúteos. Ahora bien, ¿merece la pena subirse a unos tacones? ¿O por el contrario se pueden conseguir los mismos resultados con los pies en la tierra?

Si preguntáramos a 100 mujeres, qué es lo que hacen cuando se acaba la fiesta de Noche Vieja/despedida de soltera (por poner un ejemplo), me arriesgaría a decir que más de 90 dirían que lo primero que hacen es quitarse los tacones. Incluso me consta que muchas de ellas habrían llevado un zapato plano en el bolso.

Entonces mi pregunta es: ¿Si tanto calvario es ir con tacones, de verdad os quedan ganas para ir al gimnasio subido en unos andamios?

De todas formas, para este tipo de entrenamiento hay que seguir un protocolo para hacerlo más llevadero. Me refiero:

Se recomienda cubrir la plantilla del zapato con pomada antiinflamatoria para que tus pies se sientan más aliviados.

Utiliza vaselinas para evitar las rozaduras en las zonas más conflictivas.

Aplica una crema hidratante (también) por todos tus pies y el interior del zapato porque, y cito textualmente, “los pies hidratados aguantan mejor el dolor”.

Pega los dedos corazón y anular con cinta adhesiva para disminuir la tensión del nervio que los une.

Acude a un cirujano (lógicamente este apartado es opcional) para que te rellene algunas partes del pie con colágeno (esta técnica se llama Loub Job) y así puedas aguantar mejor el dolor.

Tacones
Tacones | Pixabay

En fin, viendo estos consejos no es difícil imaginar el sufrimiento que se debe pasar en este tipo de entrenamiento. Que no digo que para estar en forma no haya que sufrir, pero el lema de “No pain, no gain” aquí se lleva demasiado al extremo.

Además, no debemos olvidar que cuando se usan zapatos de tacón, toda la fuerza recae sobre el metatarso. Para que te hagas una idea, cuando estás de pie, el talón aguanta el 50% del peso. El otro 50% se distribuye entre la parte interna y externa del metatarso (un poco antes de donde comienzan los dedos). Es decir, al llevar esos tacones kilométricos (de hasta 15 centímetros he llegado a leer) prácticamente el 90% del peso cae sobre la punta del pie. Si a eso le sumamos la fuerza del impacto de un salto, o de una carrera, podríamos multiplicar la fuerza hasta por 10.

En resumen, está bien que se investiguen otras vías de entrenamiento para que llueva a gusto de todos. Pero como siempre se ha dicho, el ejercicio es salud. Y esa es una máxima que jamás, y recalco jamás, se debe perder.