Como lo oyes. Hay investigaciones para todo y que, en función de unos determinados intereses económicos o comerciales salen a la palestra para decir si un producto ahora es bueno o ha dejado de serlo. Va por rachas.

Sin embargo, en las últimas fechas, dos estudios han coincidido en lo mismo: el consumo moderado de vino (una o dos copas al día como mucho) es positivo para nuestra salud, más en concreto para nuestro corazón.

El estudio de la Universidad de Alberta (Canadá): en la investigación de los científicos canadienses se centraban, sobre todo, en un compuesto químico presente en el vino, el resveratrol. Este “ingrediente” también se puede encontrar en otros productos como las ostras o los cacahuetes, y tiene múltiples propiedades.

La más particular es que, en pruebas con ratones, ejerce de anticancerígeno y antiinflamatorio, pero serían necesarias unas dosis demasiados altas como para que fueran realmente efectivas (por el momento).

Donde sí que tiene una incidencia positiva es en el mundo del deporte. Aunque aún no se ha podido demostrar en seres humanos, en experimentos realizados con ratas de laboratorio sí que se han notado beneficios por la ingesta de este compuesto químico a la hora de hacer deporte.

Más en concreto, el resveratrol tendría los mismos efectos en el organismo que la realización de entrenamiento deportivo extensivo, por lo que los investigadores ya están trabajando en llevar este descubrimiento a una píldora que puedan comercializar como potenciadora del rendimiento físico.

No obstante, estaríamos hablando de sacar del vino (las uvas, concretamente) esta sustancia para llevarlas a una pastilla, por lo que no tendría sentido hablar de que una copa de vino equivale a una sesión de entrenamiento.

Donde sí que tendría sentido sería en el contexto de la investigación que el profesor checo Miloš Táborský ha desarollado. Su conclusión ha sido clara: "El vino solo tiene efectos positivos en las personas que ya hacen deporte".

En su estudio, realizado con 146 personas, mantuvo a los participantes ingiriendo una copa de vino tinto por un lado y de blanco por otro durante todo un año. Al final del mismo, vio que únicamente el colesterol malo se redujo por igual en los dos grupos pero, en los que bebieron vino y, además, hicieron deporte dos veces por semana, el colesterol bueno aumentó y el malo disminuyó

¿Fruto del vino o de la práctica deportiva entonces? Solo el tiempo lo demostrará en futuros estudios.