Ya sea por un componente genético, o por el funcionamiento esencial del cuerpo humano, existen mecanismos naturales que tiran por tierra los esfuerzos innecesarios acogiéndose a la ley del mínimo esfuerzo. Como digo siempre: El cuerpo es vago por excelencia.

Unos científicos canadienses estudiaron la forma de andar de varias personas sobre una cinta de correr, las cuales llevaban un exoesqueleto que cada x tiempo ofrecía resistencia a esa marcha.

Me explico, mientras los sujetos iban caminando, el traje ofrecía de pronto resistencia al doblar las rodillas, haciendo que el sistema nervioso tuviera que recalcular los movimientos buscando que el siguiente paso fuera más eficiente.

El investigador Max Donelan concluyó que la gente cambia su forma habitual de caminar, incluyendo el paso que les caracteriza y que han ido estableciendo durante millones de pasos atrás, para ahorrar pequeñas cantidades de energía.

Esto tiene toda la lógica del mundo pues nosotros nos regimos también por la misma mínima ley del esfuerzo (y no, no os estoy llamando vagos). Elegimos el camino más corto o nos sentamos en lugar de ir de pie en el metro.

Los investigadores comentan que hay una explicación fisiológica para esta vaguería inherente: los resultados lanzados por los exoesqueletos muestran como el cuerpo tarda apenas unos minutos en recalcular el gasto energético y buscar un nuevo paso más eficiente. Y todo para garantizar un ahorro de energía de a veces menos del 5%.

Ahora lo que les queda por averiguar es cómo un sistema tan coordinado de músculos (hablamos de decenas de miles de unidades motoras), y articulaciones, puede recalcularse en tan sólo unos minutos.

Pero lo que sí señalan los investigadores es que este ahorro de energía probablemente se extienda a todos nuestros movimientos.

¿Por qué los mejores velocistas tienen el mismo perfil?

El director del Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad Pública de Navarra, Mikel Izquierdo dice que hay dos razones que pueden explicar estos resultados.

Por una parte nuestros genes siguen funcionando como cuando éramos cazadores y recolectores hace miles de años. En esa época la energía se optimizaba al máximo para poder correr detrás de las presas.

“Por eso nos cuesta tanto hacer ejercicio de forma voluntaria, nos resistimos porque  estamos programados genéticamente para ahorrar el máximo de energía posible”, señala Mikel Izquierdo.

Por otra parte, a este factor genético se le sumaría otro mecanismo que se ve claramente en los deportes de resistencia como correr un maratón. En estas pruebas los corredores se mueven sin levantar mucho las rodillas y buscan el menor gasto energético y tener energía durante toda la carrera. Por eso es clara la diferencia entren la forma de correr los 10 primeros kilómetros, y cuando ya llevan 30.

Todo esto nos hace ver que el ser humano está diseñado más para la eficiencia que para la potencia.

Según Alejandro Lucía, catedrático de Fisiología Humana y del Ejercicio de la Universidad Europea de Madrid explica que “estamos más adaptados al ejercicio de resistencia con el mínimo gasto energético posible, correr, andar para cazar durante horas sin acceso rápido a nutrientes y, al contrario que otros mamíferos, la explosividad muscular no representa ninguna ventaja para sobrevivir”.

Nuestros genes siguen funcionando igual que cuando éramos cazadores y recolectores, cuando se guardaba la energía para cazar y no morir en el intento. Ese gen es una de las grandes diferencias entre muchos humanos corrientes y los corredores como Usain Bolt.

Hace unos 50.000 años, cuando el ser humano migró de África a Asia y Europa se produjo una mutación del gen ACTN3, el cual produce la proteína “explosiva” alfa actinina 3. Esa mutación probablemente favoreció sobrevivir en un entorno más frío al lugar de donde provenían, y que además exigía grandes desplazamientos.

Todos nosotros tenemos dos copias de ese gen, y aquellos que tienen esas dos copias mutadas (XX) tienen más resistencia muscular a la fatiga y más resistencia al frío.

Y como ya puedes deducir, hay estudios que demuestran que la mayoría de los velocistas olímpicos y de otros deportes donde el protagonista es la potencia, carecen de esa mutación en uno o incluso en las dos copias del gen.

Un 20% de los caucasianos son XX y el porcentaje es mayor en Asia. Sin embargo el genotipo “lento” XX apenas se da en africanos ni en sus descendientes como jamaicanos o afroamericanos.

En resumen, no puedes correr 100 metros en menos de 10 segundos si eres XX, pero sí tendrás más resistencia.