La fructosa, el azúcar que encontramos en la fruta puede ser particularmente mala para tu salud y tu cintura. Pero espera, no vayas a vaciar tu nevera aún.

En el estudio sobre este tema los investigadores de la Universidad de Illinois alimentaron a ratones con una dieta donde el 18% de las calorías venían de la fructosa. Ese 18% es aproximadamente el porcentaje que se puede equiparar al de un niño de hoy en día.

En comparación con los otros ratones que tomaba el mismo porcentaje pero de glucosa (otro tipo de azúcar), los que tomaron fructosa engordaron más, fueron menos activos y tuvieron más grasa en el cuerpo e hígado después de 10 semanas.

Entonces no parece muy disparatado pensar que tomar fructosa, y por ende fruta, pueden acarrearte kilos de más y problemas para la salud.

El profesor de nutrición de dicha universidad Manabu Nakamura cuenta que la fructosa se metaboliza por el hígado, mientras que la glucosa puede ser usada por cualquier órgano de nuestro cuerpo.

Y aquí es donde podríamos concluir que la fruta no es como nos la pintaban.

Cuando tomas mucha fructosa, tu hígado la rompe y la transforma en glucosa y en grasa. Pero no sólo esto puede desembocar en más peso, sino que ese proceso puede interferir en la salida de insulina a la sangre y aumentar el riesgo de padecer diabetes.

Peeeeero…. (y aquí viene lo bueno) la fructosa de la fruta no es ningún problema. Por lo visto el estudio hablaba de la fructosa como tal y no en como la encontramos dentro de la fruta. Este tipo de azúcar se contiene en muy poca cantidad y además la fibra que suele contener la fruta hace que se ralentice la digestión del azúcar dando un respiro a nuestro hígado.

Pero recuerda, hablamos de la fruta y algunas verduras. No sirve si te vas a unos grandes almacenes y te compras un zumo artificial que contenga fructosa. Este tipo de bebidas contienen grandes cantidades de fructosa concentrada que “ahogan” a tu hígado en pocos segundos.

Aunque está más que recomendado cortar con las bebidas azucaradas, es muy importante que mantengas el hábito de tomar zumos de frutas naturales cada día.

En resumen, las grandes concentraciones de fructosa te van a traer problemas, pero si tomas fructosa que provenga de las frutas y de las verduras no tienes nada que temer. Es más, estarás yendo por el buen camino.