Pero según el endocrino David Ludwig, ha habido muchas dietas que han fracasado y que tenían como base esta teoría.

El problema es que cuando reduces la ingesta de calorías, tu cuerpo responde haciéndote estar más hambriento. Es decir, el peso está controlado más por nuestra biología que por nuestra fuerza de voluntad.

Es más, aunque siempre nos fijamos en las calorías de un alimento, no todas las calorías se  hacen del mismo modo. Así, una lata de refresco y un puñado de nueces pueden tener las mismas calorías, pero tienen efectos totalmente diferentes en nuestro organismo.

Vamos a ver un estilo de alimentación que sí te hará adelgazar tengas el perfil que tengas.

Reduce los hidratos de carbono simples

El mito de “una caloría es una caloría” es una de las mayores mentiras de la historia de la alimentación, cuenta el Doctor Hyman.

La razón: las bebidas y comidas con alto contenido en azúcar, y los bajos en grasa, elevan muy rápido los niveles de glucosa en sangre, lo que hace que se produzca insulina, que almacena esa glucosa y transforma en grasa la sobrante.

Una vez que la insulina lleva la glucosa a las células grasas, cierra la puerta y no las deja salir. Tu sangre se queda sin azúcar y lípidos y a tu cuerpo le vuelve a entrar hambre, y hace que el metabolismo sea más lento (la peor combinación posible).

Acelera tu metabolismo

Aquí está el truco y donde más tienes que prestar atención. En un estudio en 2012 publicado en JAMA, el Dr. Ludwig hizo un seguimiento de 21 personas con sobrepeso.

Cada participante perdió un 10-15% de su peso, después se les incluyó diferentes tipos de alimentación: baja en grasas (con un 60% de las calorías diarias provenientes de hidratos); hidratos de bajo índice glucémico (con un 40% de calorías de hidratos de bajo IG, como legumbres y verduras); dieta muy baja en hidratos de carbono (sólo un 10% de las calorías que venían de los hidratos.

Todas las dietas tenían el mismo número de calorías, y todos los participantes la hicieron durante un mes.

Los resultados mostraron que la dieta baja en hidratos previno la ralentización del metabolismo típica tras perder varios kilos. Estos quemaban una media de 325 calorías más que aquellos con una dieta baja en grasas.

Por su parte los de la dieta de bajo IG quemaban 150 calorías más. Teóricamente ocurre esto porque al reducir los hidratos de carbono procesados, el equilibrio insulina/glucosa no hace que tengas exceso de almacenamiento de grasa.

No tengas miedo a las grasas

Aunque las grasas llevan toda la vida sentenciadas, lo cierto es que las de tipo monoinsaturado (aceite, nueces, hummus, etc) juegan un papel muy importante en una buena alimentación.

Ludwig explica que las grasas de la leche son mejores que las de la carne, y que las grasas saturadas son peores si las tomas con hidratos procesados (cereales, pasta, arroz).

Lo que tienes que saber es que las grasas buenas reducen tu apetito y te ayudan a comer menos azúcar e hidratos refinados.

En un estudio en The New England Journal of Medicine que duró dos años, se concluyó que aquellos que llevaron una dieta alta en grasas buenas y baja en hidratos, además de perder más peso, también tuvo efecto en la salud de sus corazones gracias al control del colesterol.

Por tanto, y como digo siempre, no dejes de comer, sino come lo que debes.