¿Quieres mantenerte sano y en forma? Ya lo sabes porque te lo han repetido cientos de veces: come bien y variado, procura evitar los excesos y haz ejercicio. Se acabaron para ti las raciones desproporcionadas, el picar entre horas y los productos poco saludables que tanto te gustan, entre los que destacan los dulces.

¡Oh no! ¡Sacrilegio! Consumir alimentos azucarados solo nos conducirá a almacenar más y más grasas en nuestro abdomen, por no hablar de lo mucho que alteran nuetro flujo sanguíneo y los picos glucémicos a los que nos exponemos.

Un momento porque quizás no sea tan malo. O al menos no lo ha sido para Shane Snow, el hombre que decidió alimentarse únicamente de helado durante varias semanas y consiguió perder peso. ¿En serio? Así ocurrió.

50 litros de helado, y tan pancho

A modo de “experimento científico”, Snow le propuso a la revista GQ pasarse al menos 10 días comiendo helado, a ver qué pasaba. Como cuaderno de abordo, fue anotando todo lo que sentía con el paso de las horas y cómo reaccionaba su cuerpo ante la ingesta del popular alimento que todos anhelamos disfrutar en los meses de verano.

El joven estuvo consumiendo raciones de un litro de helado que contenían entre 240 y 280 calorías durante 10 largos días, hasta llegar a los 50 litros.

¿Un sueño hecho realidad?

Aunque desde fuera y sin notar el dulce frescor en nuestro paladar pueda resultar de lo más atractivo atiborrarnos durante días de rico helado, Snow reconoce que empezó a odiar su nueva dieta casi en el mismo momento en el que se metió la primera cucharada en la boca.

Hacia el final del primer día, ansiaba llevarse un poco de comida real al estómago: “Cuando llegué al restaurante en el que me esperaban mis amigos me rugía el estómago. Durante las siguientes tres horas estuvieron bebiendo margaritas y comieron langosta y todo tipo de manjares mientras me tomaba una buena ración de helado. Poco después todo el mundo estaba felizmente borracho y eran cada vez más ruidosos. Me dolía la cabeza. Me marché solo a casa y seguí comiendo helado”, relata.

A medida que pasaban los días pudo observar como su día a día y sus relaciones sociales se veían alteradas por su nuevo y restringente régimen por el que incluso, cuenta, llegó a resfriarse. Pero poco a poco se fue acostumbrando y hasta sus amigos comenzaron a ir a visitarle a su casa –donde optó por recluirse los últimos días– siempre acompañados de una tarrina de helado.

Cuando llegó el momento de comprobar los resultados de su dieta, se quedó atónito: había perdido casi cuatro kilos y medio y un 3% de grasa corporal. Lo curioso es que había perdido peso en agua, pero no masa muscular. De hecho, sus pectorales estaban más endurecidos y había reducido la grasa de la cintura. Lo que no perdió fueron las ganas de acabar con todo aquello y comer de una vez por todas algo diferente: “La mañana del primer día del resto de mi vida, me pesé y luego hice un gigantesco plato de espinacas y huevos”.

¿No se te hace la boca agua?

Delgado y sin vicios

Un beneficio secundario e inesperado fue que el aventurado iniciador de la ‘dieta del helado’ desarrolló una aversión visceral hacia la comida basura. Después de aquellos días de dulce y fresco helado, el cuerpo sólo le pedía sopa, brócoli, aguacate y té.

El hecho es que durante los 10 comiendo a base de helado, el joven se estaba perdiendo todas las vitaminas, minerales y nutrientes que le aportaría una dieta en alimentos enteros. Había perdido peso y ganado masa muscular, pero no aún con tan buenos resultados no volvería a embarcarse en una dieta tan radical. Hoy, no se ve capaz de renunciar a productos saludables que nunca antes su cuerpo había demandado con tantas ganas, pero, sobre todo, y aunque el objetivo ni siquiera fuese perder peso, ha aprendido a sacrificarse.

“¿Volveré a la crema de hielo puro la próxima vez que quiera perder 5 kilos? Probablemente, no. Pero me he dado cuenta de que se puede compaginar el dulce y una dieta baja en grasas. Creo que mi nueva rutina para mantenerme en forma contará con legumbres y verduras y cereales integrales durante el día y quizás alguna tarrina de helado antes de acostarme”, resume el hombre que venció a una fría y dulce condena de este original régimen.

El truco (algo tenía que haber)

Como ocurre con tantas otras dietas radicales, detrás del reto de Snow –apellido que le viene al pelo para ser el protagonista de un régimen de estas características– había una marca específica de helados, Halo-Top, que son bajos en calorías y con un alto contenido en proteínas. Ya, ¿pero y el azúcar? Otra característica con la que no contábamos: todas las cremas estaban endulzadas con stevia orgánica, un edulcorante natural sin calorías.