Nos pasamos la vida corriendo de un lado a otro: corriendo porque llegamos tarde a los sitios, corriendo por los pasillos del metro porque esperar tres minutos al siguiente es un drama, corriendo mientras paseamos por el centro de la ciudad e, incluso, comemos corriendo. O mejor dicho, engullimos.
Y si además es el alimento más calórico y que más nos gusta ni lo saboreamos. Lo estás haciendo mal y te diré por qué. Seguro que tu madre alguna vez te ha dicho: “Come despacio que pareces un buitre y te va a sentar mal la comida”. Efectivamente. Tu madre, como todas las madres del mundo mundial, tiene razón.
Resulta que varios estudios reflejan que masticar más veces ayuda a adelgazar. No hace falta contar las veces que masticas el bocado que te llevas a la boca, sino de disfrutar, saborear y triturar la comida.
Luis Jiménez, divulgador nutricional y de temas científicos y autor del libro “Lo que la ciencia dice para adelgazar”, explica que se han publicado dos metaanálisis sobre este tema en los que se ha llegado a la conclusión de que “hay evidencia de que la velocidad a la que se come afecta al consumo de energía” y que “masticar puede disminuir el apetito y la ingesta de alimentos, posiblemente a través de alteraciones en las respuestas hormonales intestinales relacionadas con la saciedad”.
¿Por qué sucede?
Esto sucede porque la sensación de saciedad tarda unos 20 minutos en llegar al cerebro. La razón principal es probable que se relacione con el tiempo que necesita el metabolismo para reaccionar, es decir, al comer más despacio, “se pueden segregar las hormonas que serán capaces de enviar las señales bioquímicas a nuestro cerebro para que sintamos saciedad y dejemos de comer”, continúa Jiménez.
Estudios, expertos y webs sobre nutrición indican que hay que masticar entre 20 y 40 veces cada bocado antes de tragárnoslo. No es cuestión de estar contando las veces que masticamos, pero “no hay que tragarse nada hasta que todo el sabor de cada bocado se haya extraído completamente y se haya transformado en una papilla, es decir, hasta que se haya licuado”, detalla Cristina Galiano, experta en nutrición y técnicas culinarias modernas. De esta forma conseguiremos que cuando el alimento llega al estómago e intestino está tan masticado que se digiere completa y fácilmente”.
No creas que esto es una “técnica” moderna. A finales del siglo XIX, el estadounidense Horace Fletcher empezó a divulgar una técnica conocida como “fletcherismo”. Ésta consistía en masticar cada bocado 32 veces antes de tragarlo con el objetivo de adelgazar y tener buena salud.
De esta forma, Fletcher, que llegó a pesar unos 100 kilos, logró adelgazar 20 kilos con esta técnica. Sin llegar a estas exageraciones, “se recomienda masticar cada bocado 20 veces, soltando el tenedor cada vez, algo que, evidentemente está muy lejos de la realidad”, apunta Galiano.