Independientemente de que acudamos a un profesional nutricionista, a un gurú de planes de alimentación, e incluso a los expertos en tiendas de nutrición, todos ellos coinciden en una serie de principios básicos a tener en cuenta a la hora de comenzar un plan nutricional de pérdida de peso.

1. Equilibrio

Los críticos de dietas populares con frecuencia afirman que este tipo de dietas fomentan una alimentación desequilibrada declarando ciertos alimentos y grupos de alimentos enteros, incluso fuera de los límites.

El ejemplo que casi invariablemente señalan todos es la dieta de la sopa de repollo infame. Pero eso es un ejemplo bastante extremo.

Lo que los críticos pasan por alto es el hecho de que, por ejemplo, la dieta estadounidense promedio es bastante desequilibrada, para empezar: basada en alimentos de origen animal, alimentos procesados, alimentos fritos y dulces y la luz en las frutas, verduras y granos enteros.

En Descifrando el Código metabólico, James Lavalle, un farmacéutico y médico naturópata con sede en Cincinnati, explica cómo los desequilibrios de nutrientes de varios tipos pueden provocar aumento de peso, y por el contrario, cómo mejorar el equilibrio de nutrientes puede facilitar la pérdida de peso.

2. Nutrientes

Una serie de investigaciones recientes han demostrado que cuándo comemos es casi tan importante como lo que comemos con respecto a la optimización de nuestra composición corporal. "Hemos aprendido qué es esencial para coordinar la ingesta de energía con el gasto de energía", explica John Ivy, Ph.D. y coautor de sincronización de nutrientes (Básico de Salud, 2004). "Las calorías se usan mejor cuando se consumen en momentos en los que hay una fuerte demanda de los mismos en el cuerpo."

Por las mañanas es un momento de demanda relativamente alta de calorías. Las calorías que se consumen en la mañana son, por lo general, mayores a  las calorías consumidas durante el día para ser utilizado para la energía que se almacena en forma de grasa.

De hecho, un estudio de la Universidad de Massachusetts encontró que aquellos que se saltan el desayuno regularmente son 4,5 veces más propensos a tener sobrepeso que los que lo comen casi todas las mañanas.

Comer comidas más pequeñas con más frecuencia (cinco o seis veces al día) es otra forma comprobada para coordinar mejor la ingesta de alimentos con las necesidades de energía. Según los datos estadísticos, el español promedio come tres comidas grandes al día.

3. Autocontrol

La investigación ha demostrado que simplemente prestando atención a lo que se come es una de las maneras más efectivas para reducir el consumo de calorías.

Otro hábito de autocontrol útil que es común en los que persiguen la pérdida de peso en las dietas populares es pesar los alimentos. Este hábito permite nos permite controlar qué comemos, y no sobrepasarnos de los límites.

4. Restricciones selectivas

Casi todas las dietas populares tienen una lista de "alimentos prohibidos". Los alimentos específicos y tipos de alimentos que conforman la lista y cómo se les prohíbe estrictamente difieren de un programa a otro.

La dieta Atkins, por ejemplo,  prohíbe prácticamente todos los alimentos ricos en hidratos de carbono. La dieta Ornish prohíbe alimentos de origen animal. El tipo de dieta de Peter D'Adamo prohíbe una larga lista larga de alimentos aparentemente sin relación de cada uno de los cuatro tipos básicos de sangres.

Sin embargo todas coinciden en que para lograr pérdida de peso hay que restringir  aquellos alimentos que son más responsables de crear grandes depósitos de grasa corporal. La mayoría de los principales expertos en nutrición coinciden en que las "grasas malas" que se encuentran en muchos alimentos procesados ​​y alimentos de origen animal y los "carbohidratos malos" en los dulces y los alimentos procesados ​​son los principales culpables de que no se pierda grasa corporal de forma continuada.

5. Consistencia

Una alimentación saludable no es como una vacuna: Haces una “dieta” un par de meses y ya está. Lo importante es aprender a comer bien, de forma variada y saludable, y convertirlo en un hábito de por vida con el fin de mantener un peso adecuado a cada individuo en el largo plazo.

Todos hemos escuchado eso del “efecto yo-yó”, de algunas dietas, normalmente hipocalóricas y muy restrictivas, y que tras volver a los malos hábitos de alimentación, el efecto rebote es enorme, y la ganancia de peso se incrementa.

6. Práctica de ejercicio

Sin duda alguna, nada mejor que combinar una nutrición saludable con el ejercicio físico en los planes de pérdida de peso.

Además de los efectos y respuestas fisiológicas en los sistemas cardiovascular, endocrino,  respiratorio y muscular, los efectos en el Sistema nervioso son realmente beneficiosos.

La pérdida de peso se efectúa de forma más rápida, y la autoestima y bienestar del individúo mejoran, lo cual le hace menos propenso a romper con los nuevos hábitos