Desde 1865, biólogos y médicos han apostado por este tipo de alimentación. En 1907, el doctor William Howard señaló que los altos niveles de ácido en el cuerpo humano causados por los cambios en las costumbres alimenticias habían provocado la aparición de enfermedades como el reuma o la artrosis.

Los defensores de la dieta alcalina nos dicen que el objetivo de nuestra alimentación debe ser devolver el cuerpo al pH neutro.

Dicen que ciertos alimentos afectan a la acidez de los fluidos corporales como la orina y la sangre, por lo que la dieta intenta llevar el cuerpo a su estado natural.

El pH mide valores de entre 0 y 14 considerando 7 como valor neutro, mientras que los valores menores de 7 son considerados ácidos, y superiores a 7 son considerados alcalinos.

Agua con limón
Agua con limón | iStock

Los alimentos, así como la sangre tiene valor de pH, y lo que ingerimos cambia el valor en sangre.

La dieta alcalina promueve la exclusión diaria de alimentos ácidos que provocarían deficiencia en la absorción de algunos nutrientes como ácidos grasos, proteínas y calcio.

La fruta y la verdura son los pilares de la dieta alcalina. El limón, al tener pH 3,5 y ser fuente de vitamina C, está considerado como un gran alcalinizante, por ello se recomienda tomar medio limón exprimido en medio vaso de agua tibia todos los días nada más levantarse.

Si quieres alcalinizar tu cuerpo baja el consumo de grasas, baja el consumo de lácteos, no consumas azúcar blanca, no tomes bebidas carbonatadas, no bebas alcohol, aumenta tu ingesta de frutas y verduras, consume frutos secos y toma más agua.

La dieta alcalina está tan de moda que todas las dietas detox están basadas en ella, y, cuando la haces, te sientes más vitalizado. Como todo en la vida, no se debe ser radical, pero sí vale la pena ir cambiando poco a poco hábitos alimenticios.