Han sido tres o cuatro semanas maravillosas. En la playa vuelta y vuelta, cervecita por aquí, pescadito frito por allá, copa por la noche en la terraza para acabar la jornada por todo lo alto. O puede que te hayas cebado en el pueblo, a base de las delicias de tu abuela. Incluso puede que hayas dejado el Principado de Asturias y alrededores sin reservas de fabada y cachopos. Sea como sea, toca volver a la cruda realidad.

Te miras al espejo el primer día que tienes que ir a trabajar y la imagen que te devuelve el frío cristal se asemeja muy peligrosamente a un luchador de Sumo. Tú que eras un runner de tomo y lomo hace un mes, has caído en el abismo de la vagancia y gula vacacional. Toca volver a calzarse las zapatillas y recobrar antiguas rutinas que tanto te gustaban.

Antes de nada hay que encontrar las zapatillas. Es importante, no sería la primera vez que durante el mes de abandono runner uno pierde sus armas para correr. Míralas fijamente, no son el enemigo, recuerda los felices momentos que habéis vivido juntos. Dedícales unas palabras de cariño, gánate de nuevo su cariño. Serán más benévolas contigo, seguro.

Después rebusca en los cajones y hazte con un par de prendas para salir a sudarlas. Es más que posible que te queden algo ceñidas y cuando digo “algo ceñidas” me refiero a que quizá estén a punto de saltárseles las costuras. Respira profundo un par de veces para darlas de sí y que cedan un poco. Es posible que tengas que echarte vaselina para que no te rocen los muslos que has criado a base de tintos de verano y tapas, no te prives, hazlo.

Ahora toca bajar a la calle. Sin miedo. No pasa nada. Te vas a cruzar a muchos en tu misma situación. No bajes la cabeza. Lo que estás haciendo es de valientes. Arriba ese orgullo, ¡leñe! Si quieres puedes meter tripa para disimular un poco pero tampoco es necesario. Eres corredor, aunque estés en baja y redonda forma.

Lo que no debes hacer es venirte arriba. Recuerda que llevas parado una buena temporada y es más que posible que hayas perdido algo de fuelle, bueno, quien dice algo dice casi todo o todo. Así que el primer día no fuerces. Tómatelo como una primera cita con las zapas. Con cariño. Despacio. Quédate con ganas de más. Mejor eso que volver a casa al borde del colapso general. Recuerda que esto no ha hecho más que empezar. No olvides estirar aunque no hayas hecho una sesión dura. Seguro que tus canillas te lo agradecerán al día siguiente. Las cosas hay que hacerlas bien desde el primer día.

Si has sido capaz de dar este paso, ya has hecho lo más difícil. Ahora solo tienes que marcarte un objetivo a medio plazo e ir progresando poco a poco. Tienes que ser consciente que en unas semanas sin correr perdemos el trabajo realizado en varios meses. Baja un poco el listón de tus entrenamientos, probablemente en un par de semanas estarás mucho mejor y podrás aumentar ritmos y distancias.

Desconectar de vez en cuando de este mundo de zapatillas, carreras, marcas, entrenamientos y demás, es muy necesario e incluso recomendable. Pero ten en cuenta que la vuelta se puede hacer dura. Aunque por muy dura que sea estoy seguro de que tú puedes con esto y con mucho más. Así que… ¡a por ello!