La vida de un corredor no es tan bonita ni placentera como nos la pintan algunos. Cuando nos calzamos las zapatillas y salimos a cansar a nuestras piernas a golpe de zancada, nos enfrentamos a no pocos elementos que están en nuestra contra y que son susceptibles de convertir nuestra tranquila sesión de carrera en una pesadilla.

Estos peligros a los que nos enfrentamos a diario son de la más diversa índole y pueden estar agazapados esperando nuestra aparición en el lugar más insospechado. Pueden ser trampas físicas, psíquicas, ambientales, tecnológicas o de carácter animal e incluso vegetal. Vamos a repasarlas.

Los perros

¿Quién de vosotros no se ha llevado un susto con un perro? Vas tranquilamente corriendo a tu 'bola' y de la nada aparece un bicharraco que parece sacado del mismísimo averno, echando espuma por la boca y con una dentadura digna de un león del Serengueti.

Tu corazón se para durante unos segundos y seguidamente tu pulsómetro marca más de doscientas pulsaciones. Corres como si estuvieras haciendo series de 50 metros mientras oyes gritar a su dueño "que no hace nada, sólo quiere jugar". ¿Qué quiere jugar? Si claro, ¡A despellejarme vivo!

Accidentes urbanísticos o ambientales

Cientos de tobillos han sido afectados por las típicas baldosas sueltas, zanjas no señalizadas o piedras en medio de un camino que parecen moverse solo para que la pises y te hagas un esguince de libro. Tanto en las calles como en los caminos tenemos que correr con mil ojos para poder llegar a nuestras casas sanos y salvos.

Ciclistas enfurecidos

No son todos los ciclistas, ni mucho menos, pero hay algunos que parecen creerse los dueños de caminos y veredas. Pobre de ti si les haces frenar su ritmo digno de una contrarreloj del Tour de Francia. Con un poco de respeto por ambas partes podemos compartir y disfrutar de los senderos y pistas de nuestra geografía. ¡Intentémoslo!

Los pasos de peatones

Si corres habitualmente por un núcleo urbano sabrás de qué te hablo. Tras llevarme un par de revolcones, yo miro ya tres veces antes de cruzar un paso de peatones. Nueve de cada diez conductores piensan que arrollar al individuo que viste de fosforito le sumará puntos al carnet de conducir.

La cabeza

A veces sería mejor correr sin ella. Cuando se pone en modo negativo o incluso en plan madre preocupada es imposible dar una zancada en condiciones. "¿Pero no ves que vas muy alto de pulsaciones?" "Hoy tenías que haber descansado" "Para, que ese dolor en el sobaco es muy sospechoso"... Y así hasta más de un millar de mensajes apocalípticos por minuto que hacen del correr una verdadera tortura.

Los tracks

La tecnología nos ha ayudado mucho a los corredores pero a veces también se puede convertir en un peligro. No será la primera ni la última vez que un corredor confía en un track y este se la juega en forma de más desnivel, más kilómetros o simplemente una ruta que no existe. Amigos, nos fiéis de los tracks, que los carga el diablo.

Estos son solo algunos peligros a los que los corredores nos enfrentamos a diario. Peligros que hacen que algunas veces la práctica del running se convierta en deporte de alto riesgo. Y tú, corredor, ¿cuál es tu trampa recurrente cuando sales a correr?