Lo has vuelto a hacer, y mira que estabas completamente convencido de que esta vez no iba a pasar. Te apuntaste al gimnasio para deshacerte de los excesos veraniegos que se están acumulando en tus caderas y abdomen.

¡Eh! Y la primera semana fuiste, incluso te compraste ropa nueva para motivarte a acudir a las siguientes sesiones… que jamás volvieron a producirse. Haz el favor de dejar de tirar el dinero en “baratas” cuotas anuales, y pon remedio a esas falsas excusas para no hacer deporte.

Basta ya: sí que tienes tiempo, y sí puedes conseguir que se convierta en una rutina para ti. Toma nota y utiliza estos truquillos psicológicos para empezar a entrenar y ponerte en forma de una vez por todas.

1.- Escoge una actividad que te guste de verdad. ¿No te gusta algo? ¡Pues no los hagas! El hecho de que todo el mundo esté obsesionado con lo increíble que ir a Zumba o apuntarte a un grupo de CrossFit no quiere decir que esos deportes estén hechos para ti.

Es fundamental que encuentres una actividad que realmente disfrutes independientemente de su grado de dificultad o de si con ella quemas más o menos calorías. Si lo tuyo es el Pilates, bailar el hula hoop o ir a patinar, opta por perfeccionar tu técnica en esta área y déjate de maratones multitudinarias.

¿Quién dijo que tenías que apuntarte a clases de cardiobox?
¿Quién dijo que tenías que apuntarte a clases de cardiobox? | Flickr

2.- No vayas solo. Norma número uno cuando has sobrepasado el “probar” en más de tres gimnasios: ve con alguien.

Ya optes por entrenamientos de interior o por darlo todo por parques y avenidas, hacerlo acompañado de un buen amigo, alguien de tu trabajo, tu pareja o el perro de tu vecino, será un importante apoyo para que no te saltes tus citas deportivas. Luchad juntos contra la pereza colectiva y que no valga ni una excusa.

3. Una cita ineludible. Programad vuestras quedadas y convertirlas en un must. Igual que no dejas de ir al trabajo, no se te ocurriría saltarte una cita médica o no sueles perderte ninguno de los cumpleaños de tus amigos, ir a entrenar tiene que convertirse en una cita de obligado cumplimiento.

4. Va, tú puedes. Aunque te parezca una auténtica chorrada, pensar en positivo y decirte a ti mismo lo mucho que estás mejorando, los beneficios que estás notando gracias a practicar deporte y lo orgulloso de ti mismo que te sientes es básico para que tú y tus compañeros de batalla estéis motivados. Acompañar vuestras sesiones de buena música mejorará la concentración y os animará a seguir hacia delante.

: Si vas con amigos seguro que al menos os echáis unas risas
: Si vas con amigos seguro que al menos os echáis unas risas | Vimeo

5. Huye de las comparaciones. No, no un eres un Conan. ¿Y qué? Obsesionarte con lo mucho que están progresando tus compañeros, el impactante cuerpo de algunas de las personas que ves en el gimnasio o por qué las grasas son más fuertes en tu abdomen que en ningún otro vientre del universo, no es una buena idea.

Hay que ser realistas, asumir que no somos perfectos y darnos cuenta de hasta dónde llega nuestra energía sin compararnos con los demás.

6. Tienes tiempo: entrenamiento breve pero intenso. En ocasiones, apuntarnos a actividades que lleven menos tiempo del habitual como el método HIT, los entrenamientos de alta intensidad que en lugar de media hora apenas requieren de 10 o 15 minutos, o salir a caminar a un ritmo ligero, nos ofrecen las mismas ventajas que deportes que requieren de demasiadas horas y días que no te sobran precisamente. Memorízalo: cada paso cuenta.

7. Ponte metas. ¿Por qué quieres hacer ejercicio? Que no sea solo por hacer lo mismo que hacen los demás, que ya somos mayorcitos.

Escribirlo en un papel tus motivos y los objetivos que aspiras lograr pueden servir de carta de presentación para tu nueva vida. Esa en la que las excusas para no hacer deporte han desaparecido.