Como pasa con muchas modas, lo antiguo siempre vuelve y eso es lo que ha pasado con la última tendencia en alimentación que gira entorno a las semillas de sésamo, avena, lino, chía, girasol, calabaza, etc. De hecho, la chía ya la consumían los aztecas y la avena tiene origen en la época de los celtas.

Actualmente no es muy difícil encontrar platos en los que se incorporan estas semillas o alimentos que ya las contengan, como es el pan. Aunque este tipo de pan contiene múltiples beneficios, es el más calórico. A continuación hacemos un repaso por los tipos de pan más consumidos actualmente para descubrir sus pros y contras:

Tipos de pan

Pan de semillas: como decíamos, las semillas añaden un aporte nutricional al pan como “riqueza en fibra y ácidos grasos omega 3 en el caso del lino y la chía, y omega 6 en el caso de las de girasol y sésamo, además de un importante aporte en calcio”, explica la experta en nutrición Belén Gómez de la web “Mi dietista y nutricionista”.

Estas semillas actúan como protectores de la salud cardiovascular y mejoran los problemas relacionados con las hormonas femeninas. Por otro lado, si piensas en incorporar pan en tus dietas para perder peso, este no es tu mejor amigo ya que “es el más calórico por lo que tendría que haber cuidado en su consumo”, apunta la nutricionista Sarai Alonso.

Pan de avena: el consumo de avena tanto en pan como en otros productos también se ha disparado en los últimos años debido a la multitud de beneficios que contiene.

Entre ellos, la avena aporta energía, depura los compuestos pesados de nuestro organismo, mejora el sistema digestivo, ayuda a la producción y desarrollo de tejido nuevo en el organismo, previene el riesgo de cáncer, ayuda a disminuir el colesterol, previene el hipotiroidismo, etc. Entre el pan blanco y el pan de avena no hay mucha diferencia nutricional, a diferencia principal es el tipo de cereal con el que se prepara.

Pan integral: este tipo de pan es el más utilizado en las dietas ya que tiene un aporte calórico ligeramente inferior al resto y “su riqueza en fibra le otorga un efecto saciante retrasando así la sensación de hambre”, señala Gómez.

A la hora de comprar pan integral debemos fijarnos que en la etiqueta nutricional que contenga más de un 75% de harina integral.

Pan blanco: la diferencia entre el pan blanco y el pan integral es que el pan blanco se fabrica con harina refinada, donde se elimina el salvado del grano de trigo. Por eso, la cantidad de fibra y de algunas vitaminas es inferior a la del pan integral.

Ambas expertas coinciden en que hay un pan para cada tipo de persona. Dependiendo lo que estés buscando, cada uno posee una serie de propiedades para cada situación. Para adelgazar (pan integral), para mejorar el tránsito intestinal (pan integral), para probar un sabor y textura nueva (pan de avena) y para reducir el estrés (pan de semillas).

“El pan debe constituir una parte destacable en la dieta, tratando de estar presente en prácticamente todas las comidas, desde el desayuno a la cena. El hecho de no consumirlo de forma habitual contribuye a desequilibrar de manera importante el perfil calórico de la dieta”, según detalla la Federación Española de Nutrición.