Hay una creencia generalizada de que las ensaladas son la comida más saludable y baja en calorías que podemos tomar. Correcto, pero siempre y cuando las prepares en tu casa. Cuando vamos a comer fuera tratamos de evitar la opción 'gorda' del menú y nos pedimos los platos ligeritos para no engordar. Pero cuidado, porque muchas de las ensaladas que ofertan están sobrecargadas de proteínas, carbohidratos refinados, azúcares y grasas. Debes evitarlas a toda costa.

No todo lo verde es light, especialmente si en tu plato solo encuentras cuatro trozos de lechuga, dos tomates cherry, una pila de tacos de queso y enormes trozos de un jugoso (y rebozado) pollo, todo ello bañado en una sabrosa salsa llena que contiene más calorías de las que jamás te habrías planteado.

Para que nos hagamos una idea: una ensalada césar con pollo crispy de McDonald’s tiene 315 calorías mientras que una sola pieza de pollo frito de Kentuchy Fried Chicken se traduce en 311,9 calorías. Aunque la primera pueda parecer una opción mucho más ligera y sana, nos encontramos ante casi un empate técnico a nivel calórico.

Al margen de que a muchas personas la lechuga les puede engordar porque les hace retener líquidos -siempre podemos optar por comerlas de espinacas o canónigos-, ésta apenas tiene unas 16 calorías por 100 gramos y el tomate unas 20. Vamos, que los ingredientes básicos de una ensalada apenas engordan.

El problema son las salsas, los aliños y el resto de ingredientes que añaden para hacerlas más lustrosas, apetecibles y sabrosas. Ricas están, desde luego, pero ojo porque estos acompañamientos pueden hacer que una ensalada llegue a tener de 700 a 800 calorías.

“Carne sazonada, arroz blanco, queso, frijoles y un puñado de lechuga y tomate: esta es la definición de una ensalada para Taco Bell. Pero esto se traduce en 770 calorías y 41 gramos de grasa, el equivalente a casi cinco tacos”, explica Marygrace Taylor en Yahoo Health.

Lo que hace que las ensaladas engorden es que están repletas de ingredientes altamente calóricos. Entre los alimentos habituales no suelen faltar el pollo empanado, el jamón curado o los tacos de beicon, pues cada uno de ellos cuenta con unas 185, 250 y 670 calorías por 100 gramos, respectivamente.

A menudo encontrarás sabrosos picatostes que dan ese toque crujiente: los croutones son trocitos de pan frito, así que evidentemente aportan grasas y calorías (unas 400 por 100 gramos) perfectamente evitables.

Las salsas se convierten en uno de los peores amigos de nuestra dieta. La césar, la griega, la de yogur o las ricas salsas de miel y mostaza. Fantástico. Ahí van más y más calorías para tu plato verde. No sólo eso, en algunos casos una sola ración de estas ensaladas contienen el sodio recomendado para todo un día -según la OMS nunca deberían ser más de 2.000 miligramos diarios- y contienen un exceso de azúcar y sustitutos que no suelen ser las opciones más saludables para tu dieta.

Lo mejor es el clásico aceite, sal y vinagre pero sin pasarnos. Piensa que la cantidad calórica de una cucharada sopera de aceite de oliva es de unas 100 calorías. Un chorrito vale, pero si se exceden y bañan la ensalada puede aumentar hasta las 400, y eso sólo con el aliño. Una opción a tener en cuenta: alíñala con limón.

Otros ingredientes saludables como el aguacate pueden convertir una ensalada en una bomba calórica. Una pieza entera para una ensalada es una barbaridad. Ten en cuenta que contiene aproximadamente un 15% de grasa, 9% de carbohidratos, 2% de proteínas y 73% de agua. Se calcula que 100 gramos de aguacate equivale a unas 200 calorías. Ahí es nada.

Hay que tener en cuenta que si lleva atún, lo mejor es que sea una lata al natural en lugar de atún en aceite (que contiene unas 200 calorías por cada 100 gramos). El huevo también con moderación. Recuerda que se recomienda un máximo de 4 a la semana así que procura no consumir un huevo cocido entero o trozos de tortilla francesa en tu ensalada diaria.

¿Te gusta el toque exótico de los frutos secos en tu ensalada? Las pasas, las nueces, los piñones o las almendras añaden demasiadas calorías extra que, asume, no vas a poder quemar a lo largo de la jornada.

Dosificar las cantidad y tratar de combinarlos o sustituirlos por frutas frescas como la manzana o la piña puede ser la mejor solución para hacer el plato más original, sabroso y verdaderamente saludable.