Cada noche nos sentimos identificados con los Gremlins. Esas entrañables criaturas de la famosa película de los 80 dirigida por Joe Dante tenían absolutamente prohibido comer pasada la medianoche. Y bueno, aunque nosotros no adquirimos aspecto de reptil ni la liamos tanto cuando rompemos la dieta con nocturnidad, lo cierto es que no queremos tirar por tierra nuestra alimentación sana por un calentón de madrugada.

Todos los días igual. Ya han pasado las doce de la noche, el capítulo de nuestra serie de televisión favorita acaba de terminar y ahora empieza un episodio que no nos gusta nada: el de la indomable hambre a medianoche. ¿Por qué me pasa esto?, nos preguntamos mientras engullimos lo primero que encontramos en la cocina.

Carla Sánchez Zurdo, nutricionista y entrenadora personal en Boostconcept explica que “el no realizar las ingestas necesarias de nutrientes y de cantidad durante el día genera en el cerebro un estado de carencia que al final deriva en comer lo primero que se pone en nuestro camino en mitad de la noche.” Desde este punto de vista, queda claro que el hambre descontrolada a deshora es algo que podemos evitar si hacemos cinco comidas al día.

Si a pesar de hacer todas nuestras comidas a lo largo del día, notamos que aún nos despertamos por la noche con hambre, puede que estén fallando los alimentos que tomamos en la cena. “Lo ideal es incluir en la cena alimentos ricos en triptófano como pescado, huevos, pollo, pavo, alimentos integrales, frutos secos...” recomienda Sánchez Zurdo, quien aclara que “permiten al organismo sintetizar serotonina, cuyo principal papel es actuar como un neurotransmisor en diferentes funciones, siendo una de ellas la regulación del sueño”. Que lo que cenamos nos ayude a dormir puede ser la clave para no picar a altas horas.

Para dormir a pierna suelta, algo a tener en cuenta es no cenar alimentos ricos en grasas, muy condimentados y especiados, así como tampoco ingerir carbohidratos refinados y procesados como pan blanco, pasta, bebidas azucaradas, pasteles o patatas fritas. Según la nutricionista Carla Sánchez Zurdo, “al ralentizar la digestión, estos alimentos influyen negativamente en la conciliación del sueño y hacen que seamos más propensos a despertarnos a medianoche para picar algo.”

Si por cualquier motivo nos encontramos a la una de la madrugada frente a frente en un tercer grado con nuestra nevera, lo mejor es recurrir a productos más apropiados para esas horas de la noche, que no solo no engordan sino que además evitan que tengamos más hambre y nos ayudan a la recuperación muscular.

Los expertos recomiendan acudir a yogures desnatados 0%, queso batido 0% o a un vaso de leche desnatada caliente. Sánchez Zurdo resalta los grandes beneficios de estos productos para los deportistas ya que “al incluir en su composición caseína, no solo acaban con el hambre de madrugada, sino que ayudan a mantener la masa muscular y contribuyen a la recuperación durante el sueño, evitando el catabolismo nocturno”. En definitiva, los lácteos sin azúcares y sin grasas son nuestros mejores amigos en mitad de la noche.

Ya hemos visto que el picoteo alocado y sin control no está justificado a ninguna hora del día si llevamos una dieta sana, pero aún menos a partir de las cinco de la tarde, cuando nuestro organismo trabaja más lento y no es tan generoso con nosotros.

Mantenernos lejos de las tentaciones es una buena idea para no caer en ellas. Si no tenemos chocolate, galletas y demás productos de los que engordan en nuestros armarios, no escucharemos tan de cerca los cantos de sirena que acaban en kilos de más en la báscula. ¡No dejes que la noche te confunda!